ICTERICIA
INTRODUCCIÓN
La aparición de una
coloración amarillenta de la piel o de una orina de color oscuro es causa
relativamente frecuente de consulta en los servicios de urgencias, donde, con
los medios disponibles, hay que identificar la sustancia que las origina y por
qué proceso.
CONCEPTO Se denomina ictericia a la aparición de una
coloración amarillenta anormal de la piel, escleras y mucosas, por aumento de
la bilirrubina sérica. Clínicamente se detecta cuando los valores de
bilirrubina en sangre superan los 3 mg/dl. La bilirrubina procede
principalmente de la destrucción de los hematíes, circula en el plasma unida a
la albúmina y es captada por una proteína específica que la transporta al
interior del hepatocito, donde se conjuga. La bilirrubina no conjugada o indirecta es liposoluble, por lo que
no se elimina por la orina, mientras que la forma conjugada o directa, por ser hidrosoluble, sí
es filtrada por el riñón.
DIAGNÓSTICO
En aquellos pacientes que consultan por coloración amarillenta de
la piel, el proceso diagnóstico abarca las siguientes fases: Descartar las
causas, distintas a la hiperbilirrubinemia, que pueden manifestarse con una
coloración cutánea similar. Una vez confirmado que se trata de una
hiperbilirrubinemia, hay que investigar si en este aumento de la bilirrubina
sérica predomina su fracción indirecta o, por el contrario, la fracción
directa. Asimismo, hay que distinguir si la elevación de la bilirrubina se debe
a un hecho aislado o, por el contrario, se acompaña de colestasis (intrahepática
o extrahepática). Confeccionar una historia clínica detallada. Solicitar
exploraciones complementarias urgentes encaminadas, junto a la anamnesis y la
exploración física realizadas, a hallar la posible causa de la ictericia, lo
que determina el criterio de ingreso hospitalario y la indicación de terapia
urgente.
Diagnóstico
diferencial de la coloración cutánea Ante una coloración amarillenta o pajiza de la piel, y mientras se
espera el resultado de los datos analíticos que confirmen o descarten la
hiperbilirrubinemia, hay que excluir otras posibles causas de esta
pigmentación. Destacan las siguientes: Ingesta abundante de alimentos que
contengan carotenos, como zanahorias, tomates o naranjas. Insuficiencia renal.
Exposición a dinitrofenol o a ácido pícrico. Tratamiento con atebrina,
acriflavina o quinacrina. Anemia.
Clasificación de la hiperbilirrubinemia Hiperbilirrubinemia
de predominio indirecto Es aquella en la que más del 85% de la bilirrubina total está en
su forma no conjugada. Ésta puede deberse a un aumento de la producción de
bilirrubina, una disminución de su captación por el hepatocito o a una disminución
de su conjugación La
enfermedad de Gilbert origina una hiperbilirrubinemia indirecta intermitente,
generalmente leve (< 5 mg/dl), que se manifiesta después de determinadas
circunstancias, como el ayuno prolongado, ejercicio físico intenso, embarazo, menstruación
o infecciones. Es hereditaria, de curso benigno, y su diagnóstico suele ser
casual, ya que se detecta un aumento de la bilirrubina sin ninguna otra
alteración.
Hiperbilirrubinemia de predominio directo Es aquella en la que la bilirrubina
conjugada o directa representa más del 50% de la bilirrubina total. Ésta puede
deberse a una alteración en la excreción hepática o biliar
Hiperbilirrubinemia mixta o intermedia Se produce un aumento de
ambas fracciones de la bilirrubina sin predominio de una sobre otra.
Historia clínica Antecedentes personales Es importante indagar los antecedentes que puedan ser útiles para
una adecuada valoración de la causa de la ictericia: Hábitos tóxicos, como el
etilismo crónico y la adicción a drogas por vía parenteral. Uso habitual de
ciertos medicamentos, como cloranfenicol, testosterona, rifampicina,
anticonceptivos, probenecid, isoniazida, alopurinol, paracetamol, indometacina,
clorpromazina, eritromicina o hidantoína. Intervención quirúrgica, anestesia
general o transfusión sanguínea en los 6 meses anteriores al inicio del cuadro.
Contacto con sustancias de conocida hepatotoxicidad. Hiperglucemia de reciente
aparición. Cólico biliar reciente. Historia familiar de ictericia. Posibilidad
de embarazo. Hay varias situaciones que pueden cursar con ictericia durante el
embarazo, como la hiperemesis gravídica (primer trimestre), la preeclampsia, la
colestasis intrahepática (tercer trimestre) o, más grave, el hígado graso agudo
(tercer trimestre).
Anamnesis La forma de presentación
de la ictericia, la edad del paciente, el sexo y los síntomas acompañantes
pueden orientar sobre su causa.
Forma de
presentación de la ictericia Si el comienzo de la ictericia es brusco, progresivo y si después
de alcanzar una determinada intensidad decrece paulatinamente, hay que
sospechar hepatitis aguda. En ese caso suele acompañarse de febrícula, astenia,
anorexia y mialgias. Si el comienzo es brusco, pero de intensidad fluctuante,
sugiere coledocolitiasis o ampuloma. Cuando el comienzo es insidioso y
progresivo, puede tratarse de una colestasis crónica, como la cirrosis biliar
primaria, o de una colangitis esclerosante; si la evolución es rápida debe
descartarse carcinoma de la cabeza del páncreas.
Edad del paciente En personas jóvenes son más frecuentes las hepatitis virales o
tóxicas. En personas mayores, el origen de la ictericia suele ser tumoral.
Sexo Si el paciente es una mujer joven, hay que descartar un embarazo o
la toma de anticonceptivos orales. La litiasis biliar y la cirrosis biliar
primaria son más frecuentes en mujeres mayores de 45 años. La colangitis
esclerosante es más frecuente en varones jóvenes. La hemocromatosis es más
frecuente en varones mayores de 45 años.
Síntomas acompañantes Debe valorarse la presencia de: Dolor abdominal. Si se trata de un
cólico biliar, el dolor suele tener una duración de, por lo menos, 30 min, se
localiza en el epigastrio y el hipocondrio derecho, aparece de 1 a 3 h después
de las comidas y suele acompañarse de náuseas y vómitos, que no alivian el
dolor. Puede ser simple, si desaparece totalmente solo o con analgésicos, o
complicado (colecistitis aguda o coledocolitiasis). Síndrome constitucional:
astenia, anorexia y pérdida de peso. Fiebre, acompañada o no de escalofríos.
Prurito. Si es de larga evolución y en una mujer de mediana edad, hay que
descartar cirrosis biliar primaria. Heces blanquecinas o poco teñidas (acolia o
hipocolia). Orina de color subido (coluria).
Exploración física Se valora especialmente la presencia de: Hipertermia. En la hepatitis
por virus A, en la colangitis o en los cuadros sépticos de otro origen aparece
una temperatura axilar superior a 38,5 °C. Alteración del estado de conciencia,
fetor hepático, asterixis. Son signos que denotan encefalopatía hepática.
Deterioro del estado nutricional del paciente en la ictericia de origen tumoral
o secundaria a una hepatopatía crónica en un estadio avanzado. Eritema palmar,
arañas vasculares, ginecomastia y distribución feminoide del vello pubiano. Su
presencia orienta hacia una hepatopatía crónica. Hipertrofia parotídea,
telangiectasias y la retracción palmar de Dupuytren son signos de etilismo
crónico. Lesiones de rascado y xantelasmas apuntan a una colestasis de larga
evolución. Púrpura, petequias o equimosis indican alteraciones de la
coagulación. Hepatomegalia. Si es de borde firme e irregular, refleja cirrosis
hepática; si es blando y doloroso, hepatitis aguda; si es pétreo, hígado
tumoral. Alteraciones en la vesícula biliar. Si la palpación del área vesicular
es dolorosa al tacto, se sospecha litiasis biliar; si la vesícula está
aumentada de tamaño y no es dolorosa, indica una obstrucción distal de la vía
biliar, de origen tumoral. Esplenomegalia. Se sospecha hepatopatía crónica o
hemólisis. La ascitis indica una hepatopatía crónica con hipertensión portal,
insuficiencia cardíaca congestiva, obstrucción de las venas suprahepáticas
(síndrome de Budd-Chiari) o hepatocarcinoma con metástasis peritoneales
. Exploraciones complementarias urgentes
Hematimetría con fórmula y recuento leucocitarios Pueden encontrarse las
siguientes alteraciones: Anemia normocítica y normocrómica sin leucocitopenia
ni trombocitopenia, que sugiere hemólisis. Para confirmarla hay que determinar
con carácter urgente el número de reticulocitos y la concentración de
haptoglobina. En caso de hemólisis, hay reticulocitosis y disminución de los
valores de esa proteína. Anemia macrocítica: indica hepatopatía crónica. Anemia
con leucocitopenia o trombocitopenia: orienta hacia un hiperesplenismo por
hipertensión portal. Leucocitosis neutrofílica, con o sin desviación a la
izquierda: sugiere en primer lugar colangitis o colecistitis, si bien cualquier
proceso séptico de otra localización con afección hepática puede producirlo.
Leucocitopenia con linfocitosis: puede aparecer en la hepatitis aguda de origen
viral.
Bioquímica sanguínea Debe incluir también la determinación de glucosa, urea,
creatinina, sodio, potasio, amilasa, aspartato aminotransferasa (AST), alanina
aminotransferasa (ALT), gamma glutamil transpeptidasa (gamma- GT), fosfatasa
alcalina y bilirrubina total y directa. La cuantificación de la bilirrubina
puede demostrar hiperbilirrubinemia, y si ésta es de predominio directo o
indirecto. La determinación enzimática (AST, ALT, gamma-GT y fosfatasa
alcalina) orienta acerca del origen hepatocelular o colestásico de la
hiperbilirrubinemia: • Un aumento mayor de las transaminasas (AST y ALT)
superior a 10 veces su límite superior (> 500 UI) junto a unas
concentraciones de gamma-GT y fosfatasa alcalina normales o discretamente
elevadas (inferior a dos veces su límite superior), sugiere enfermedad
hepatocelular. Este patrón enzimático se acompaña generalmente de
hiperbilirrubinemia mixta. • Un aumento de la gamma-GT y la fosfatasa alcalina
mayor de tres veces su límite superior (> 150 y 450 UI, respectivamente)
junto a una normalidad o discreta elevación de los valores de AST y ALT (<
500 UI), sugiere un origen colestásico. Este patrón de colestasis, de no estar
disociada (elevación enzimática con normalidad de la bilirrubina), se acompaña
de hiperbilirrubinemia de predominio directo. • La normalidad de todas las
determinaciones enzimáticas reseñadas en presencia de hiperbilirrubinemia
sugiere hemólisis o una enfermedad hereditaria del metabolismo de la
bilirrubina, como la enfermedad de Gilbert o el síndrome de Crigler-Najjar, si
la hiperbilirrubinemia es de predominio indirecto, o el síndrome de Rotor o el
de Dubin-Johnson, si es de predominio directo.
Estudio de
coagulación Suele existir una disminución de la actividad de protrombina. Esta
alteración puede corregirse con la administración de vitamina K, si el origen
de la ictericia es colestásico, pero no si es hepatocelular
. Análisis de orina mediante tira reactiva Tiene como principal
objetivo detectar la bilirrubinuria, indicativa de hiperbilirrubinemia directa
o conjugada (la indirecta no se elimina por la orina), y realizar un
diagnóstico diferencial con la presencia de otros pigmentos que puedan teñir la
orina, como la hemoglobina o la mioglobina. Radiografía simple de abdomen Aunque en la mayoría de
los pacientes esta exploración es normal, pueden detectarse signos que orientan
hacia la causa de la ictericia, como hepatomegalia y esplenomegalia, litiasis
biliar, aerobilia y ascitis. Ecografía abdominal Se realiza con carácter urgente cuando la ictericia se debe a
hiperbilirrubinemia de predominio directo y las alteraciones enzimáticas
sugieren colestasis. Es una técnica rápida, que detecta colecistitis aguda o
una dilatación biliar extrahepática en el 95% de los pacientes con ictericia
obstructiva. CRITERIOS DE INGRESO El ingreso del paciente adulto con ictericia, obviamente, está
determinado por la enfermedad supuestamente causante, y no por las
concentraciones séricas de bilirrubina. En consecuencia, es aconsejable el
ingreso hospitalario en las siguientes circunstancias: Hepatitis aguda con una
actividad de protrombina inferior al 50%. Hepatopatía crónica con insuficiencia
renal, hemorragia digestiva alta, peritonitis bacteriana, o con la primera
descompensación hidrópica. Encefalopatía hepática. Tumor hepático primario o
metastásico. Colestasis. Colangitis. Sepsis de cualquier localización.
Hemólisis. TRATAMIENTO
En el adulto, la
hiperbilirrubinemia en sí no requiere generalmente tratamiento. La actitud
terapéutica depende de la enfermedad que la cause.
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