BOTULISMO. TÉTANOS. RABIA
CONCEPTO
El botulismo es un cuadro neurológico originado por cepas de Clostridium botulinum
productoras de toxina
botulínica. Este germen es un bacilo grampositivo anaerobio y esporulado que se
encuentra en el suelo y en el agua de todo el mundo. Tiene siete neurotoxinas
(tipos A, B, C, D, E, F y G), pero las más importantes para el hombre son la A,
la B (la más frecuente) y la E; las dos primeras son proteolíticas y, por
tanto, capaces de alterar los caracteres organolépticos de los alimentos. El mecanismo
por el que se produce la enfermedad es un bloqueo irreversible de los canales
del calcio del terminal sináptico en todas las sinapsis colinérgicas,
impidiendo la liberación de acetilcolina en la placa motora de la unión
neuromuscular, en las fibras parasimpáticas posganglionares y en los ganglios
del sistema nervioso autónomo
. CLASIFICACIÓN
Botulismo
alimentario. Aparece al ingerir alimentos que han sido contaminados por las
esporas del Clostridium botulinum, y en los que se ha formado la toxina. Ésta es inodora e insípida
y se desnaturaliza a temperaturas superiores a 80 ºC. Ocurre, sobre todo,
después del consumo de conservas caseras (vegetales, frutas, condimentos,
jamones, embutidos y, con menos frecuencia, carne y pescado). El período medio
de incubación es de 2 días, aunque puede variar entre 6 h y 8 días. Cuanto más
largo es este período, más leves son los síntomas. La aparición de síntomas en
varios comensales facilita el diagnóstico. Botulismo de las heridas. Se produce cuando una
herida se contamina por Clostridium y produce la toxina. La clínica es similar (faltan los síntomas
digestivos), pero el período de incubación es más largo, de entre 5 y 15 días.
En los últimos años se han descrito casos a partir de inyecciones subcutáneas
de heroína contaminada con esporas de Clostridium. Botulismo infantil. Las esporas de Clostridium germinan en el intestino y producen la toxina directamente en el
tracto gastrointestinal (suelen ser lactantes de menos de 6 meses). Suele
ocurrir por ingestión de miel contaminada por esporas. Su aparición es algo más
larvada. Botulismo
entérico del adulto. Ocurre en niños mayores y adultos por un mecanismo similar al del
botulismo infantil. En general suele asociarse con alteraciones de la flora
gastrointestinal. Botulismo de origen desconocido. Comprende los casos que no
pueden atribuirse a un alimento concreto ni pertenecen a ningún otro grupo de
esta clasificación. Botulismo iatrogénico. La introducción de la toxina botulínica en medicina estética y
como medida terapéutica en algunos procesos (hiperhidrosis axilar, estrabismo,
espasticidad secundaria a esclerosis múltiple, distonía cervical, etc.) ha
originado un nuevo tipo de botulismo, si bien hasta este momento no se han
descrito casos que hayan requerido la administración de tratamiento específico
o ventilación mecánica.
VALORACIÓN DEL
PACIENTE CON BOTULISMO
Anamnesis
Inicialmente los síntomas
son gastrointestinales: náuseas, vómitos, dolor
abdominal y, a veces, diarrea breve. Parálisis flácida simétrica y descendente, con afección de pares
craneales: disfagia, diplopía, ptosis palpebral, oftalmoplejía, disartria,
disfonía, debilidad o parálisis facial. Suele comenzar con la afectación de
pares craneales y puede afectar la musculatura torácica con aparición de
disnea. Alteraciones
autonómicas en relación con el bloqueo parasimpático: visión borrosa, midriasis arreactiva,
estreñimiento, íleo paralítico, sequedad de mucosas y de boca que no se alivia
con la ingesta abundante de agua (puede llegar a producir un dolor faríngeo
intenso), retención urinaria, hipotensión arterial, mareo. No suele aparecer
fiebre. No hay alteraciones sensitivas ni del estado de conciencia.
Exploración física
Gran sequedad de mucosas,
pupilas midriáticas y fijas, ptosis palpebral, estrabismo, etc. Los reflejos
osteotendinosos están disminuidos simétricamente. La debilidad muscular se
extiende a la musculatura estriada del cuello y a las extremidades, y puede llegar
a la parada respiratoria por afectación de la musculatura intercostal.
Exploraciones
complementarias
El diagnóstico es fundamentalmente
clínico y
puede estar apoyado por la existencia de otras personas afectadas en el entorno
del paciente, aunque no es condición sine qua non. No obstante, se solicitan las siguientes exploraciones: Hematimetría con
fórmula y recuento leucocitarios. Bioquímica sanguínea que incluya la determinación de glucosa, urea, creatinina, sodio,
potasio, magnesio, calcio y proteínas totales. Gasometría arterial. La hipercapnia producida
por la debilidad de la musculatura respiratoria se desarrolla tardíamente,
justo antes de la parada respiratoria. Radiografía posteroanterior y lateral de tórax y simple de abdomen. Tomografía
computarizada craneal, resonancia magnética o punción lumbar: pueden ser útiles, sobre
todo, para descartar otras enfermedades.
El líquido cefalorraquídeo suele ser normal. Espirometría: la medición de la
capacidad vital es útil para detectar de forma precoz la necesidad de
ventilación mecánica. El diagnóstico de confirmación se realiza con la determinación de la
toxina botulínica en sangre, heces y muestras de alimentos y por cultivo en medio anaerobio de
heces o de exudado de herida. La excreción de la toxina y la presencia de Clostridium botulinum
en las heces puede
prolongarse durante un mes después del inicio de los síntomas. La
identificación de la toxina en sangre puede ser negativa, sobre todo en el
botulismo infantil y en el de las heridas. El aislamiento del microorganismo en
el alimento, pero no de la toxina, es insuficiente para el diagnóstico.
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Hay que hacer el
diagnóstico diferencial con la miastenia grave, el síndrome de Lambert-Eaton,
el síndrome de Guillain-Barré (parálisis ascendente, no descendente como en el
botulismo, con alteración sensitiva) y su variante Miller-Fisher
(oftalmoplejía, ataxia y arreflexia), polineuropatía diftérica, accidente
cerebral vascular (ACV) troncoencefálico, poliomielitis, intoxicación por organofosforados,
atropina, monóxido de carbono o aminoglucósidos, setas, picadura de garrapata, toxina
paralítica de moluscos y peces, hipocalcemia, hipermagnesemia. Si se plantea el
diagnóstico diferencial con la miastenia grave, puede ser útil el test del
edofronio (v. cap.
65) y la determinación de
anticuerpos contra el receptor de acetilcolina, aunque puede haber una
respuesta transitoria al test del edofronio en algunos pacientes con botulismo
leve.
CRITERIOS DE INGRESO Todos los pacientes con sospecha de botulismo deben ingresar en un
hospital que disponga de unidad de cuidados intensivos (UCI). PRONÓSTICO La mortalidad, según el
tipo de botulismo, varía entre un 5 y un 15%, y la causa de la muerte es el fallo
respiratorio por parálisis de la musculatura respiratoria, la afección bulbar,
las arritmias cardíacas o la aparición de complicaciones, como la neumonía por
aspiración. La curación se produce una vez se hayan desarrollado nuevas
terminaciones nerviosas. La recuperación es muy lenta y puede persistir
debilidad motora y trastornos vegetativos, incluso, hasta un año después. Es
una enfermedad de declaración obligatoria y urgente. TRATAMIENTO
Medidas generales
Si se trata de un botulismo alimentario
y el paciente se atiende
precozmente (< 2 h desde la ingesta del alimento contaminado), se realiza
lavado gástrico (de eficacia desconocida) y se administra carbón activado (Carbón Ultra
Adsorbente Lainco®, frascos con 25 y 50 g en polvo), que sí adsorbe la toxina, por
vía oral o a través de una sonda nasogástrica, en dosis de 1 g/kg de peso.
Asimismo, se aplican purgantes salinos que no contengan magnesio, y se realiza
una irrigación intestinal total con polietilenglicol (Evacuante Bohm®, sobres con 15 g) en
dosis de 2 l/h en el adulto, por vía oral o sonda nasogástrica, con una
concentración de un sobre del preparado comercial por cada 250 ml de agua, para
facilitar la eliminación de la toxina no absorbida (debe descartarse íleo
paralítico). Canalización de una vía venosa periférica y perfusión de suero
fisiológico a un ritmo inicial de 21 gotas por minuto. Control de la vía aérea,
manteniendo una oxigenación adecuada. Para ello, se administra oxígeno mediante
mascarilla tipo Venturi (Ventimask®) al 28% o a mayor concentración según el resultado gasométrico,
valorando la indicación de intubación orotraqueal, si fuese necesario.
Tratamiento farmacológico
Suero antitoxina equina trivalente A, B, E (Botulismus-Antitoxin
Behring®,
viales de 250 ml con 750 UI de antitoxina A, 500 UI de antitoxina B y 50 UI de
antitoxina E/ml). Está indicado en todos los casos de botulismo, excepto en el
botulismo infantil. La antitoxina no revierte los efectos neurológicos
existentes (no neutraliza la toxina fijada en las terminaciones nerviosas),
pero ha demostrado una disminución de la mortalidad, mayor cuanto antes se
administra.
El objetivo es bloquear la toxina libre en la circulación para
evitar la progresión de la enfermedad. La dosis inicial recomendada es de 500
ml por vía intravenosa, perfundiendo primero 250 ml para observar si aparecen
alteraciones hemodinámicas, y posteriormente, se administran los 250 ml
restantes.
En algunas ocasiones puede
ser necesaria la perfusión de otros 250 ml a las 4–6 h, aunque no es habitual dada
la vida media de la antitoxina (5–8 días). Es aconsejable realizar una prueba
de hipersensibilidad cutánea previa por la posibilidad de reacción alérgica (9%
de los casos). Se realiza con 0,1 ml de una solución 1/100 intradérmica, y es
positiva si aparece una pápula eritematosa urticariforme en 30 min. Hay que
tener en cuenta que puede acontecer enfermedad del suero, aunque la prueba de hipersensibilidad
sea negativa. Puede administrarse durante el embarazo. La probabilidad de reacciones
de hipersensibilidad es mayor cuanto más viales se utilicen (sobre todo si se
administran más de cuatro viales). Botulismo de las heridas: se administra antitoxina y se desbrida la herida, aunque tenga
buen aspecto. Además, se aconseja tratamiento antibiótico con metronidazol (Flagyl oral®, comprimidos de 250 mg; Flagyl®, envase de 100 ml con
500 mg para perfusión intravenosa) en dosis de 500 mg/8 h por vía oral o
intravenosa, si bien esta medida es discutida porque favorece la colonización
intestinal. Botulismo infantil: no son útiles la antitoxina ni los antibióticos.
PREVENCIÓN
Es la medida más importante. Las esporas de Clostridium botulinum
no resisten temperaturas
de 120 ºC durante 5 min, por lo que la preparación de conservas caseras en una
olla a presión elimina las esporas. La toxina se inactiva al calentar los
alimentos por encima de 80 ºC.
CONCEPTO
El tétanos es una enfermedad tóxico-infecciosa transmisible, no contagiosa,
de distribución mundial, causada por la tetanoespasmina, exotoxina producida
por Clostridium tetani. Es a menudo mortal, sobre
todo en las edades extremas de la vida, y puede prevenirse mediante una
inmunización adecuada. En la actualidad, el tétanos es infrecuente en los
países desarrollados merced al uso generalizado de la vacunación; no obstante,
la creciente inmigración procedente de países africanos y sudamericanos puede
hacer que estos datos epidemiológicos se alteren en el futuro. En los países en
vías de desarrollo sigue siendo un problema grave causante de alrededor de un
millón de muertes al año. En España hay relativamente pocos casos de tétanos,
aunque constituye un gran problema médico por su alta mortalidad (21%). Por
ello, es necesario cumplir siempre las medidas preventivas. La mayor parte de
los casos de tétanos se deben a la contaminación de una herida por Clostridium tetani; en otras ocasiones (14%)
son secundarios a lesiones no traumáticas en relación con un proceso crónico,
como úlceras de decúbito, abscesos de diferente localización, abortos u otitis
media. En un 4% de los pacientes no hay antecedente con el que pudiera
relacionarse la aparición del tétanos.
ETIOPATOGENIA
Clostridium tetani es un bacilo grampositivo
anaerobio con amplia distribución ambiental. La forma esporulada es resistente
al alcohol y al fenol, pero no al yodo ni al glutaraldehído. La enfermedad se inicia
con la entrada del Clostridium a través de una herida, que puede ser tan trivial que no haya necesitado
atención médica, e incluso, que el paciente no la recuerde. Posteriormente la
enfermedad se produce si la herida ofrece un entorno anaerobio, facilitado por
la presencia de tejido desvitalizado, otros gérmenes o la presencia de cuerpos
extraños. El período de incubación oscila, en la mayoría de los casos, entre 5
y 14 días, aunque algunos se desarrollan antes de los 5 días. La principal
acción de la tetanoespasmina es el bloqueo de la liberación de
neurotransmisores en las terminaciones presinápticas de las neuronas
inhibidoras espinales, lo que origina rigidez por aumento del tono muscular y
contracciones mantenidas de grupos musculares conocidas como «espasmos
tetánicos». Debido a la afección del sistema nervioso autónomo puede existir hiperactividad
simpática, con aumento de catecolaminas circulantes.
VALORACIÓN DEL PACIENTE CON TÉTANOS
El diagnóstico de tétanos
es clínico, basado en la anamnesis y la exploración física. Antecedentes
personales Es importante el antecedente de una puerta de entrada: Heridas
cutáneas. Úlceras varicosas. Escaras por decúbito. Intervenciones quirúrgicas. Inyecciones
intramusculares. Mordeduras de animales. Heridas por proyectiles. Cualquier
tipo de herida, por insignificante que parezca. Enfermedad actual Clínicamente se distinguen
cuatro períodos: 1 Período de incubación: es silente y de duración variable (generalmente, 5–15 días).
Cuanto más corto sea éste y menor la distancia entre la localización de la
lesión y el sistema nervioso central (SNC), peor será el pronóstico. 2 Período de invasión: dura de 24 a 48 h. Se
caracteriza por raquialgia, insomnio y trismus (son los primeros síntomas) junto a disfagia, rigidez de nuca y
dificultad para la marcha. En la herida existen parestesias y, a veces,
contracturas. El trismus es lo que evoca con seguridad el diagnóstico de tétanos; es
irreductible, dificulta la alimentación, la deglución y el habla. 3 Período de estado: las contracturas
musculares se generalizan, son descendentes y afectan a los músculos de la
nuca, tronco, paravertebrales, abdominales y de los miembros, adoptando el
paciente una posición arqueada (opistótonos). En este período se acentúan el trismus y la disfagia, y se hace presente
la facies tetánica o «risa
sardónica» (la mitad superior «llora» y la inferior «ríe»). Sobre un fondo de
contractura permanente sobrevienen paroxismos dolorosos, bien espontáneos o
provocados por diferentes estímulos, como la deglución, el ruido, la luz e
incluso la exploración fisica. Los reflejos tendinosos están exacerbados. Se
produce retención urinaria y fecal por contracción de los esfínteres, y
deshidratación secundaria a la pérdida de líquidos corporales (sudoración y
salivación) y a la disminución de su aporte (incapacidad para ingerir líquidos
y alimentos). A medida que el cuadro clínico progresa, se manifiestan con mayor
intensidad signos de neurodistonía, taquicardia y arritmia, hipotensión o hipertensión
arterial, sudoración con hiperpirexia, taquipnea, cianosis y, finalmente, shock
por vasoconstricción periférica. El estado de conciencia no se altera. 4 Período de
convalecencia: esta fase suele durar entre 40 y 50 días. Suele haber
desorientación, labilidad emocional y/o depresión, que desaparecen
espontáneamente. La curación es total en la mayoría de los casos y sin
secuelas. Exploración
física Los
signos más característicos son los siguientes: Insomnio. Trismus. Raquialgia. Disfagia. Rigidez
de nuca. Dificultad para la marcha. Parestesias y contracturas locales (en la
herida). Opistótonos. Fascies tetánica o «risa sardónica». Paroxismos dolorosos
espontáneos o provocados. Hiperreflexia. Retención urinaria y fecal. Exploraciones
complementarias Las exploraciones complementarias son de poco valor, si bien puede
solicitarse: Hematimetría con fórmula y recuento leucocitarios. Bioquímica
sanguínea que incluya la determinación de glucosa, urea, creatinina, iones,
lactato deshidrogenasa (LDH) y creatincinasa (CK). Radiografía posteroanterior
y lateral de tórax. Electrocardiograma, para descartar arritmias.
CRITERIOS DE INGRESO
Todos los pacientes con
sospecha clínica de tétanos requieren ingreso hospitalario, inicialmente en el área
de observación del servicio de urgencias, y posteriormente, una vez establecido
el diagnóstico, en una UCI.
TRATAMIENTO
Medidas generales
Preguntar al paciente sobre el mecanismo de producción de la
herida y el lugar donde se ha producido, la existencia de inmunodepresión y
enfermedades crónicas discapacitantes, y sus antecedentes de vacunación frente
al tétanos. Reposo absoluto en cama, en ambiente oscuro, silencioso, protegido
de cualquier estímulo sensorial. Canalización de una vía venosa periférica y
perfusión de suero fisiológico a un ritmo de 21 gotas/min. Administración de
oxígeno mediante mascarilla tipo Venturi (Ventimask®) al 50%. Actuación sobre la puerta de entrada:
limpieza quirúrgica cuidadosa de la herida, con lavado y desbridamiento
drástico; se recomienda una escisión de por lo menos 2 cm de los tejidos aparentemente
viables alrededor de los bordes de la herida. Las heridas abiertas no deben
cerrarse para disminuir el espacio anaerobio.
Eliminación de la tetanoespasmina libre e inmunización activa
Todos los pacientes con tétanos deben recibir, lo antes posible,
inmunoglobulina antitetánica y toxoide tetánico por vía in
tramuscular, en
sitios de inyección separados. La inmunoglobulina antitetánica (Gamma antitetanos
Grifols®,
jeringas precargadas de 1 ml con 250 UI y de 2 ml con 500 UI; gammaglobulina
humana antitetánica Pasteur Grifols®, viales con 500 UI) se administra en dosis de 3.000 a 6.000 UI
por vía intramuscular, aunque algunos autores han observado la misma
efectividad con dosis de 500 UI. Dada la larga vida media de la inmunoglobulina
(25 días), no son necesarias dosis repetidas. La inmunoglobulina actúa sobre la
toxina circulante y la que existe en el foco de entrada, disminuyendo la
mortalidad, pero no tiene efecto sobre los síntomas de la enfermedad ni sobre
la toxina ya fijada en el SNC. La inmunización activa con toxoide tetánico es
necesaria, ya que la enfermedad no confiere inmunidad a los pacientes que la
padecen. Antibióticos
El antibiótico de elección
es el metronidazol (Flagyl oral®, comprimidos de 250 mg; Flagyl®, envase de 100 ml con 500 mg para perfusión intravenosa) en
dosis de 500 mg/6 h por vía oral o intravenosa durante 10 días. Este
antibiótico es preferible a la clásicamente utilizada penicilina G sódica, por
penetrar mejor en los tejidos desvitalizados y en los abscesos y tener mayor
supervivencia. Además, la penicilina y, en general, los antibióticos
betalactámicos, pueden potenciar los efectos de la tetanoespasmina, por lo que
deben evitarse. Como alternativa, en pacientes alérgicos al metronidazol, puede
utilizarse doxiciclina (Vibracina®, comprimidos de 100 mg; Vibravenosa®, ampollas con 100 mg), en dosis de 100 mg/12 h, por vía oral o
intravenosa; o clindamicina (Clindamicina Normon®, ampollas con 300 y 600 mg) en dosis de 600 mg/8 h por vía
intravenosa. Tanto el lavado y desbridamiento de la herida como la
administración de antibióticos deben retrasarse hasta la administración de
inmunoglobulina antitetánica, ya que pueden originar una liberación transitoria
de tetanoespasmina
. Prevención y controlde los espasmos musculares
Debe iniciarse en el
momento del diagnóstico, aumentando y ajustando la dosis hasta suprimir los espasmos:
Benzodiacepinas, como midazolam (Midazolam Combino Pharm®, ampollas de 10 ml con 50 mg, Midazolam Mayne®, ampollas de 5 y 10 ml
con 25 y 50 mg, respectivamente) a un ritmo de perfusión de 0,1 a0,2 mg/kg/h.
Para ello se diluyen 150 mg (tres ampollas de 10 ml con 50 mg de midazolam cada
una) en 120 ml de suero fisiológico y se perfunden a un ritmo de 7 a14 ml/h,
para un paciente de 70 kg de peso. Como alternativa se administra diazepam (Valium®, ampollas con 10 mg) en
dosis de 5–10 mg/h en perfusión intravenosa continua. El preparado de diazepam
contiene propilenglicol, que a altas dosis puede producir acidosis láctica. Propofol
(Diprivan®, ampollas de 20 ml,
viales de 50 y 100 ml y jeringas precargadas de 50 ml, todos al 1% con 10
mg/ml; jeringas precargadas y viales de 50 ml al 2% con 20 mg/ml) es un hipnótico
no benzodiacepínico que se administra en dosis inicial de 1,5–2,5 mg/kg por vía
intravenosa. Para ello se administran 10–18 ml de la presentación al 1% o 5–9
ml de la del 2%, para un paciente de 70 kg de peso. Como coadyuvante en el
control de los espasmos musculares, disminuyendo la necesidad de ventilación
mecánica, puede administrarse dantroleno (Dantrium®, cápsulas de 25 y 100 mg, ampollas con 20 mg) en
dosis inicial de 1 mg/kg por vía intravenosa, aumentándola progresivamente, cada
15 min, hasta alcanzar una dosis máxima de 10 mg/kg. Posteriormente debe
pautarse cada 4 h por vía intravenosa en dosis de 1–2 mg/kg. El sulfato de
magnesio (Sulfato
de magnesio Lavoisier® 15%, ampollas de 10 ml con 1.500 mg) en perfusión intravenosa también
ha demostrado ser un coadyuvante de primera línea. Mejora los espasmos
musculares y algunos síntomas de disfunción autonómica asociados a la toxicidad
tetánica (véase la dosis y la forma de administración posteriormente). Si los
espasmos no se controlan con los fármacos anteriores, se administran bloqueadores
neuromusculares, como vecuronio (Norcuron®, viales de 5 ml con 10 mg), de elección sobre todo en casos de
hiperactividad simpática con inestabilidad hemodinámica (no tiene efectos
cardiovasculares). La dosis inicial es de 3 mg/h en perfusión intravenosa
continua. Los barbitúricos y los neurolépticos no deben usarse, por sus efectos
secundarios y no ofrecer ventajas frente a las benzodiacepinas. Los relajantes
musculares, como baclofeno, pueden ser efectivos por vía intratecal, pero no
tienen ventajas sobre las benzodiacepinas.
Manejo de la disfunción autonómica
Bloqueo combinado alfa y betaadrenérgico. Para ello se administra
labetalol (Trandate®, ampollas de 20 ml con
100 mg) en dosis 20 mg (4 ml) en bolo intravenoso lento, cada 5 min, hasta el control
de las cifras tensionales o hasta alcanzar una dosis máxima de 100 mg (una
ampolla). Si es necesario, se inicia perfusión intravenosa en dosis inicial de
0,5–2 mg/min para lo cual se diluyen dos ampollas (200 mg) del preparado
comercial en 200 ml de suero glucosado al 5%, y se perfunde a un ritmo de 12–48
gotas/min (36–144 ml/h) hasta la normalización de la presión arterial. Los
diuréticos deben evitarse para el control de la presión arterial, ya que la
depleción de volumen puede empeorar los síntomas de disfunción autonómica. Morfina
(Morfina Braun®, ampollas de 1 ml con 10
mg y de 2 ml con 40 mg), en dosis de 2 mg/min por vía intravenosa, hasta llegar
a una dosis máxima total de 10 mg. Para administrar este fármaco, a la
presentación comercial de morfina de 10 mg deben añadirse 9 ml de suero
fisiológico, y perfundir a razón de 2 ml/min (1 ml equivale a 1 mg). Si es
necesario se continúa con perfusión intravenosa en dosis de 1 a 10 mg/ h, para
lo que se diluyen 40 mg de morfina (cuatroampollas de la presentación de 10 mg
o dos ampollas de la presentación de 20 mg) en 500 ml de suero glucosado al 5%
y se perfunde a un ritmo inicial de 4 gotas/min (12 ml/h), que puede
incrementarse de 12 en 12 ml/h hasta conseguir el efecto deseado. Sulfato de magnesio
(Sulfato de magnesio
Lavoisier® 15%, ampollas de 10 ml con 1.500 mg) en dosis inicial de 70 mg/kg por
vía intravenosa (aproximadamente tres ampollas del preparado comercial para un
paciente de 70 kg de peso), diluidos en 100 ml de suero glucosado al 5%, y perfundidos
en 20–30 min. Posteriormente se continúa con una perfusión intravenosa en dosis
de 1– 1,5 g/h. Para ello, se diluyen dos ampollas en 250 ml de suero glucosado
al 5%, y se perfunde a un ritmo de 30–45 gotas/min (90–135 ml/h). PREVENCIÓN Es la medida más
importante. Para ello es imprescindible realizar adecuadamente la profilaxis antitetánica Indicaciones de profilaxis
del tétanos mediante administración de toxoide tetánico e inmunoglobulina
antitetánica
ESTADO VACUNAL HERIDA PEQUEÑ Y LIMPIA HERIDA PROFUNDA Y SUCIA (DE RIESGO)
Bien vacunado. Última dosis < 10 años − VAT de recuerdo si
última dosis > 5 años Bien vacunado. Última dosis > 10 años VAT de recuerdo* VAT de recuerdo + IgT** Mal vacunado Iniciar o completar
VAT VAT (tres dosis) + IgT** No vacunado o desconocido VAT (tres dosis) VAT (tres dosis) + IgT** IgT: inmunoglobulina
específica antitetánica; VAT: vacunación antitetánica. * La VAT se realiza en tres
dosis; inicial, al mes y al año. Una dosis de recuerdo debe administrarse cada
10 años. **
La dosis profiláctica de
IgT es de 250 UI por vía intramuscular en dosis única.
CONCEPTO
L a rabia es una enfermedad infectocontagiosa producida por el virus de la
rabia; rabdovirus neutropénico del género Lyssavirus. Se trata de una de las infecciones más antiguas
conocidas por el hombre, y continúa siendo un enorme problema de salud pública
en el tercer mundo.
El reservorio primario de la enfermedad son los animales salvajes,
y con menos frecuencia, los domésticos. La infección se produce cuando la piel
no intacta o las mucosas se han expuesto a un líquido orgánico (generalmente
saliva, pero también líquido cefalorraquídeo o tejido cerebral) de un animal
infectado.
La exposición al virus
puede realizarse por: Mordedura: animales salvajes (coyotes, zorros, murciélagos, roedores) o
domésticos (perros, gatos, caballos, cerdos). Los perros son los animales más
frecuentemente infectados y los que transmiten, generalmente, la rabia a los
humanos, excepto en los países más desarrollados (los animales domésticos
tienen programas de vacunación), en los que la fuente de contagio reside con más
frecuencia en los animales salvajes.
Sin mordedura.
La exposición de la piel y las mucosas intactas a orina, sangre o
heces infectadas no se considera de riesgo. Existen casos de rabia en
receptores de trasplantes de córnea procedentes de donantes infectados y en
personas expuestas a la saliva en forma de aerosol de murciélagos infectados. Es
una enfermedad de declaración obligatoria urgente
. ETIOPATOGENIA
El virus se replica en las células del músculo, cerca del lugar de
la mordedura, ascendiendo al SNC por los nervios periféricos. El período de
incubación varía entre 30 y 90 días; es más corto en las mordeduras de la
cabeza y el cuello, y más largo en el tronco o las extremidades inferiores
(menor mortalidad).
VALORACIÓN DEL
PACIENTE CON RABIA
Anamnesis
Produce una encefalomielitis de evolución fatal. Síntomas prodrómicos:
cefalea, fiebre,
congestión nasal, dolor de garganta, mialgias y síntomas digestivos. Son
frecuentes los dolores de espalda y espasmos, así como agitación y ansiedad. Síntomas
neurológicos: el dolor o parestesias en la herida por mordedura pueden ser el
primer síntoma neurológico, y pueden llegar a producir polirradiculitis y encefalitis.
Formas de
presentación: • Forma «furiosa» o encefalítica: con agitación, hiperventilación,
hipersalivación, hidrofobia (incapacidad de los pacientes para tragar) e
irritabilidad extrema. • Forma «muda» o paralítica: parecida clínicamente al
síndrome de Guillain-Barré, con parálisis ascendente. Las dos formas pueden
solaparse o progresar la una a la otra, llegando finalmente al coma y la muerte.
Exploraciones
complementarias
Se debe realizar el diagnóstico tanto en el hombre como en el
animal mordedor. El virus puede detectarse en la saliva, el esputo, los
exudados traqueales y nasales, la orina y el líquido cefalorraquídeo del
paciente. Es importante analizar al animal mordedor, después de sacrificarlo,
para detectar la presencia de antígenos, corpúsculos de Negri en el tejido
cerebral o el propio virus.
CRITERIOS DE INGRESO
Todos los pacientes con
sospecha clínica de rabia requieren ingreso, preferentemente en un hospital que
disponga de UCI.
RATAMIENTO
Medidas generales
El tratamiento es sintomático, pero la evolución es uniformemente
fatal salvo casos excepcionales. Se basa en: Canalización de una vía venosa
periférica y perfusión de suero fisiológico a un ritmo de 21 gotas/min. Control
de la vía aérea, manteniendo adecuada oxigenación. Para ello se administra
oxígeno mediante mascarilla tipo Venturi (Ventimask®) al 28% o a mayor concentración si se considera necesario.
Profilaxis
postexposición
La decisión para iniciar una profilaxis postexposición después de
un posible contagio depende de varios factores: el tipo de exposición (más
significativas las mordeduras), el lugar del incidente y el animal causante de
la mordedura.
Asimismo, esta decisión puede modificarse si el animal está disponible
para su análisis u observación; por ello es importante recoger toda la
información necesaria en el parte de mordedura.
La profilaxis consta de dos elementos terapéuticos: Cuidado de la
herida. Debe realizarse lo antes posible (< 3 h), y consiste en limpiar y frotar
cualquier herida con agua, jabón y povidona yodada o cloruro de benzalconio al
1 o 2% (o cualquier otro agente viricida), aclarando minuciosamente con agua o
suero salino. Asimismo, debe valorarse la necesidad de realizar profilaxis
antitetánica y de administrar antibióticos. Inmunoprofilaxis: • Pacientes no
vacunados. Se
administra inmunoglobulina antirrábica (Imogan rabia®) y vacunación con células diploides humanas (Vacuna antirrábica Merieux®). La inmunoglobulina se
administra (dentro de la primera semana) en dosis de 20 UI/kg; la mitad por vía
intramuscular y la otra mitad infiltrada alrededor de la herida. La vacuna se
administra en dosis de 1 ml por vía intramuscular en el deltoides, el primer
día y los días 3, 7, 14 y 28. • Pacientes vacunados: sólo se administra la vacuna el primer y el tercer días, en la
misma dosis y vía ya comentadas.
Bibliografía recomendada
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