El litio es un fármaco
utilizado en el tratamiento de los trastornos maniacodepresivos. Estos
pacientes, compulsivos, ingieren frecuentemente una sobredosis del tóxico de
forma intencionada, por lo que la intoxicación por este fármaco se observa con
relativa frecuencia en los servicios de urgencias.
En otras ocasiones, el
paciente sufre una intoxicación subaguda o crónica, por la toma de fármacos que
disminuyen la eliminación del litio, o por deterioro de la función renal,
frecuentemente prerrenal.
El litio es un metal alcalino que se absorbe
en el estómago y en el intestino delgado proximal. Se recomienda evitar su
asociación con tiazidas y diuréticos de asa, antiinflamatorios no esteroideos, inhibidores
de la enzima convertidora de angiotensina (IECA), antagonistas de los
receptores de la angiotensina II (ARA-II), clonazepam, diazepam, olanzapina,
fenotiazinas, alfa metildopa, difenilhidantoína, fluoxetina, carbamazepina,
espectinomicina, metronidazol, levofloxacino y tetraciclinas, ya que disminuyen
el aclaramiento renal del litio. Por otra parte, su asociación con inhibidores
de la monoaminooxidasa (IMAO), inhibidores selectivos de la recaptación de
serotonina (ISRS), buspirona, meperidina, mirtazapina, nefozodona, tramadol,
trazodona y venlafaxina eleva el riesgo de síndrome serotoninérgico.
El litio se elimina casi
en su totalidad sin transformar por el riñón. Éste controla el litio de una forma
similar al sodio, de tal manera que cuando por cualquier motivo el organismo
sufre una depleción de sodio o agua, la reabsorción de litio en el túbulo
proximal aumenta. Debido a su estrecho margen terapéutico (0,7–1,4 mEq/l a las
12 h de la última dosis), todo paciente en tratamiento con litio debe ser
sometido a una estricta monitorización de sus valores plasmáticos. En función
de la litemia, la intoxicación es leve (1,5–2,5 mEq/l), moderada (2,5–3,5
mEq/l) o grave (> 3,5 mEq/l), aunque en muchos casos, sobre todo en la
intoxicación aguda, los niveles plasmáticos de litio no se correlacionan con la
gravedad del cuadro.
CLÍNICA
Después de una ingestión
voluntaria aguda aparecen, en primer lugar, manifestaciones digestivas (vómitos
y diarrea copiosa) y, posteriormente, manifestaciones neurológicas, como temblor
grueso de manos, distonía, disartria, ataxia, acufenos, hipertonía muscular,
mioclonías, hiperreflexia, fasciculaciones, crisis convulsivas y alteración
variable del estado de conciencia. Las manifestaciones cardiovasculares, como
bloqueos, arritmias ventriculares, hipotensión y asistolia, sólo aparecen en
las intoxicaciones graves.
EXPLORACIONES COMPLEMENTARIAS
En la consulta de
urgencias debe realizarse o solicitarse: Valoración de presión arterial,
frecuencia cardíaca, frecuencia respiratoria y saturación arterial de oxígeno
(pulsioximetría). Electrocardiograma. Los cambios electrocardiográficos
incluyen depresión del segmento ST, inversión de la onda T, prolongación del
complejo QRS y del espacio QTc, y grados diferentes de bloqueo auriculoventricular.
Estas alteraciones pueden persistir durante semanas después del cuadro tóxico. Hematimetría
con fórmula y recuento leucocitarios. Puede haber leucocitosis. Bioquímica
sanguínea que incluya glucosa, urea, creatinina, sodio, potasio, calcio y
proteínas totales. Puede haber hipernatremia (diabetes insípida), hipopotasemia
y fracaso renal agudo. Deben monitorizarse los niveles de sodio y potasio. Litemia.
Los tubos que contengan como anticoagulante heparina de litio elevan falsamente
la litemia. Los niveles de litemia se determinan cada 2 h si la ingesta ha sido
aguda y cada 6 h si la intoxicación es crónica, durante las primeras 24 h. Gasometría
arterial. Cursa con acidosis metabólica con anión GAP normal.
CRITERIOS DE
INGRESO
Todos los pacientes con
intoxicación aguda por litio requieren ingreso hospitalario. Si la intoxicación
es moderada o grave, en una unidad de cuidados
intensivos, mientras que si es
leve, ingresan en el área de observación del servicio de urgencias. Los
pacientes deben permanecer ingresados hasta que estén asintomáticos y la
litemia sea inferior a 1,5 mEq/l.
TRATAMIENTO
Medidas generales
Canalización de una vía
venosa periférica y perfusión de suero fisiológico a un ritmo de 7 gotas/min
(21 ml/h). Vaciado gástrico mediante lavado orogástrico. El carbón activado no
es útil. Sólo debe utilizarse cuando exista intoxicación conjunta con otros tóxicos
que sean adsorbidos por él. Irrigación total del intestino con polietilenglicol
(Evacuante Bohm®, sobres con 15 g), siempre que se realice antes de 1 h desde la
ingesta del tóxico, en dosis de 2 l/h en el adulto y 40 ml/kg/h en niños
(máximo: 0,5 l/h en los niños), por vía oral o sonda nasogástrica, con una
concentración de un sobre del preparado comercial por cada 250 ml de agua. Esta
irrigación se mantiene hasta que el líquido rectal salga claro, generalmente en
4–6 h. Administración de colestiramina (Efensol®, sobres de 3 g), en
dosis de 3 g (un sobre) cada 8 h, por vía oral. A pesar de que algunos autores
no la recomiendan por su cuestionable utilidad, puede realizarse diuresis
forzada neutra, administrando por vía intravenosa: • En la primera hora: 1.500
ml de suero glucosalino. • En las siguientes 4 h: 500 ml de suero fisiológico +
10 mEq de ClK; 500 ml de suero glucosado al 5% + 10 mEq de ClK; 500 ml de suero
fisiológico + 10 mEq de ClK y 500 ml de manitol al 10%. La hemodiálisis es el
tratamiento de elección de esta intoxicación. Si bien sus indicaciones están muy
discutidas, en general debe realizarse cuando la litemia es mayor de 4 mEq/l o
cuando existen manifestaciones clínicas de una intoxicación grave (crisis
convulsivas, coma o arritmias cardíacas graves). Con la hemodiálisis debe
conseguirse una litemia inferior a 1 mEq/l, determinándola nuevamente a las 6–8
h para comprobar si existe un fenómeno de rebote, hecho que, si ocurre, indica la
persistencia de una gran cantidad de litio intracelular. Después de la
hemodiálisis, a pesar de la disminución de los valores de litemia, la
recuperación neurológica puede retrasarse. Monitorización electrocardiográfica
continua. Control de la presión arterial y diuresis cada hora, realizando
balance de líquidos.
Tratamiento sintomáticode las
complicaciones
1 Si se detecta hipernatremia, por el desarrollo de una
diabetes insípida nefrogénica, debe evitarse la perfusión de suero fisiológico,
ya que podría inducir un estado hipertónico que conlleva una elevada morbimortalidad.
Se administra suero salino hipotónico
Asimismo, las tiazidas y la amilorida pueden ser útiles en el
tratamiento de esta entidad. 2 Si existe hipopotasemia, se trata con ClK (Ap-Inyect®, viales de 20 ml con 40
mEq), en dosis que varían en función de su gravedad
3 Si aparecen crisis convulsivas, se tratan con benzodiacepinas,
como midazolam (Dormicum®, ampollas de 5 ml con 5 mg; Midazolam Normon®, ampollas de 3 ml con 15
mg). Se administra por vía intravenosa, en una dosis inicial de 0,1 mg/kg, para
lo cual se diluye una ampolla de la presentación comercial de 15 mg en 12 ml de
suero fisiológico (1 ml contiene 1 mg), y se perfunden 7 ml para un paciente de
70 kg. Si se elige la presentación comercial de 5 ml con 5 mg, se administran 7
ml, sin necesidad de dilución. Si es necesario, pu
ede repetirse la dosis, sin
sobrepasar la dosis total de 0,4 mg/kg de peso. Cuando no sea posible la vía
intravenosa, se administra por vía intramuscular, en dosis de 0,2 mg/kg (una
ampolla de 15 mg, aproximadamente). 4 El sulfato de magnesio (Sulfato de magnesio
Lavoisier® 15%, ampollas de 10 ml con 1.500 mg) está indicado ante la presencia
de torsade de pointes o una marcada prolongación del espacio QT. Se administra
por vía intravenosa en dosis inicial de 1.500 mg, para lo cual se diluye una
ampolla del preparado comercial en 100 ml de suero fisiológico y se perfunde en
10 min.
Bibliografía
recomendada
Burkhart KK. Lithium. In: Marx JA, Hockberger RS, Wall RM, editors. Rosen’s Emergency
Medicine. Concepts and clinical practice. 6.ª ed. Filadelfia: Mosby Elsevier;
2006:2442-2444. DeLisle C. Antidepresivos. In: Harris CR, editor. Manual de toxicología para médicos. Madrid:
Elsevier-Masson; 2008:22-37. Thundiyil JG, Olson KR. Lithium. In: Shannon MW,
Borrow SW, Burns MJ, editors. Haddad and Winchester’s. Clinical management of
poisoning and drug overdose.
4.ª ed. Filadelfia: WB Saunders Company;; 2007:579-587. Waring WS. Management
of lithium toxicity. Toxicol Rev. 2006;25:221-230.
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