INTOXICACIÓN AGUDA POR INSECTICIDAS
ORGANOFOSFORADOS
Los insecticidas organofosforados más
representativos son: paratión, malatión, dimetoato, fentión, carbaril, albicarb,
propoxur y diclofenotión. Se utilizan en agricultura y horticultura, por lo que
esta intoxicación se presenta en fumigadores, cosechadores y por el consumo de
alimentos contaminados. La intoxicación aguda puede producirse por inhalación, absorción
cutánea o ingestión. La acetilcolina es el más importante neurotransmisor de
las uniones sinápticas. Existen dos tipos de colinesterasas:
acetilcolinesterasa y seudocolinesterasa. La primera se encuentra,
principalmente, en el tejido nervioso y los hematíes, mientras que la segunda
se halla en el hígado y el suero. Los insecticidas organofosforados son
potentes inhibidores de la colinesterasa, con lo cual la acetilcolina se
acumula en las sinapsis y uniones neuromusculares. Por ello, son más fiables
las determinaciones de colinesterasa en los hematíes (colinesterasa verdadera),
que en el suero (seudocolinesterasa). Este excedente de acetilcolina,
inicialmente excita y posteriormente paraliza la transmisión en las terminaciones
nerviosas colinérgicas, que incluyen: el sistema nervioso central (SNC), las terminaciones
nerviosas parasimpáticas y simpáticas del tubo digestivo, bronquios, corazón,
vejiga urinaria, glándulas lagrimales, salivales y sudoríparas (efectos muscarínicos), y los ganglios simpáticos y la unión
neuromuscular (efectos
nicotínicos).
Clínica
Las manifestaciones clínicas se deben a
hiperestimulación colinérgica por inhibición de la colinesterasa y se
caracterizan, inicialmente, por síntomas muscarínicos, como agitación,
ansiedad, opresión torácica, miosis, náuseas y vómitos, dolor abdominal cólico,
diarrea, sudoración, sialorrea, broncorrea, lagrimeo, incontinencia urinaria,
hipotensión y bradicardia. Posteriormente aparecen síntomas nicotínicos, como
debilidad generalizada con fasciculaciones y parálisis muscular que afecta la
musculatura intercostal, provocando depresión respiratoria. Puede haber fiebre,
crisis convulsivas, coma y arritmias (bradicardia, bloqueos
auriculoventriculares, fibrilación auricular, etc.). Cuando las manifestaciones
nicotínicas predominan sobre las muscarínicas no hay miosis y puede existir taquicardia
e hipertensión arterial. La presentación clásica de la intoxicación aguda por
insecticidas organofosforados es la de un paciente con alteración del estado de
conciencia, sudoroso, con pupilas puntiformes, olor a insecticida en el aliento
o en la ropa y con fasciculaciones musculares evidentes.
Exploraciones complementarias
Los niveles de colinesterasas no están
habitualmente disponibles en urgencias. Se acepta que existe intoxicación por
organofosforados cuando la concentración de oximas séricas es igual o superior
a 4 mg/l. La gasometría arterial puede mostrar distintas alteraciones del
equilibrio ácido-básico. Se ha comprobado que la morbimortalidad de esta
intoxicación es menor en pacientes sin acidosis con respecto a los que tienen
acidosis metabólica, y es mayor aún en pacientes con acidosis respiratoria y/o
acidosis mixta.
Es frecuente la existencia de hiperamilasemia, que
se normaliza en el plazo de 4 o 5 días, y es excepcional el desarrollo de
pancreatitis.
Criterios de ingreso
Todos los pacientes con sospecha de intoxicación
por organofosforados requieren ingreso hospitalario en una unidad de cuidados
intensivos (UCI).
Tratamiento
Medidas generales
Colocar al paciente en decúbito lateral izquierdo,
ligeramente en posición de Trendelenburg, con el cuello extendido, para reducir
el riesgo de broncoaspiración, mantener permeable la vía aérea, y disminuir el
vaciado gástrico y la absorción del tóxico. El soporte ventilatorio suele ser
necesario, ya que el paciente presenta rápidamente disminución del estado de
conciencia, abundantes secreciones e insuficiencia ventilatoria por parálisis
de la musculatura respiratoria. La rápida secuencia de intubación incluye la
administración de atropina (0,02 mg/kg), midazolam (0,1 mg/kg) y, cuando el
paciente esté sedado, un bloqueador neuromuscular no despolarizante, como
rocuronium (1 mg/kg), todos por vía intravenosa
La succinilcolina
no está indicada en esta intoxicación. Canalización de una vía venosa
periférica, y perfusión rápida de 2 l de suero fisiológico, ya que esta
intoxicación origina importantes pérdidas gastrointestinales. Si la
intoxicación se ha producido por absorción cutánea, se retiran todas las ropas
y se lava la piel con agua y jabón alcalino durante 30 min. Posteriormente se
realiza un segundo lavado de la piel con alcohol etílico. Hay que tener
precaución al realizar el lavado, ya que los guantes estándar de látex no protegen
de la absorción cutánea de estos tóxicos. No obstante, dado que éstos son
altamente emetógenos, la mayoría de los pacientes han vomitado antes de ser
atendidos. Si el tóxico ha sido ingerido, y ha transcurrido menos de 1 h desde
su ingesta, se procede a lavado gástrico y a la administración de carbón
activado (Carbón Ultra
Adsorbente Lainco®, frascos con 25 y 50 g en polvo), en dosis de 1 g/kg. No
obstante, no se ha demostrado el beneficio de la descontaminación gástrica en
esta intoxicación. Si se realiza, el paciente debe estar previamente estabilizado,
oxigenado y tratado con atropina y oximas. La inducción del vómito con jarabe
de ipecacuana no está indicada. Si el tóxico ha sido inhalado, la
administración de teofilinas para el tratamiento del broncoespasmo está
contraindicada. La actividad convulsiva se yugula con midazolam o diazepam por
vía intravenosa.
Tratamiento específico
Se basa en la administración de atropina (Atropina Braun®, ampollas de 1 ml con 1 mg), el antídoto
específico de esta intoxicación, en dosis de 2 mg (dos ampollas), por vía
intravenosa, y se duplica esta dosis cada 5 min hasta que aparezcan signos de
atropinización (midriasis, sequedad de boca, taquicardia, exantema), para lo
cual se requiere, por lo general, hasta 30 mg/24 h, y en casos muy graves,
hasta 75–100 mg/24 h. No obstante, aunque el objetivo final es conseguir
revertir la miosis (puede retrasarse hasta 30 min), el control debe basarse en
los siguientes parámetros: eliminación de las secreciones bronquiales, frecuencia
cardíaca superior a 80 lat/min, cese de la sudoración y una presión arterial
razonable (> 80 mmHg). Antes de la administración de atropina el paciente
debe estar bien oxigenado, ya que la hipoxemia puede precipitar una fibrilación
ventricular.
La atropina
no tiene efecto sobre el músculo esquelético ni los ganglios autonómicos. Una
vez que el paciente se ha estabilizado, debe instaurarse una perfusión
intravenosa de atropina, administrando cada hora el 20% de la dosis de carga
necesitada para revertir los síntomas (habitualmente, no son necesarios más de
5 mg/h de atropina). Cuando predominan los síntomas pulmonares se ha propuesto
la administración de atropina inhalada o bromuro de ipratropio, para evitar los
efectos secundarios sistémicos de la atropina. Si la hipotensión arterial no
responde a la administración de atropina y fluidos, se administran vasopresores
con actividad alfaadrenérgica, como fenilefrina (fórmula magistral en viales de
1 ml al 1%). Simultáneamente se administra pralidoxima (PAM) (Contrathion®, ampollas de 10 ml con 200 mg), especialmente
indicada en la intoxicación por paratión, siempre que se utilice en las
primeras 24 h. Se administra en dosis inicial de 30 mg/kg, por vía intravenosa
lenta (si se administra en bolo origina vómitos, taquicardia e hipertensión
diastólica), seguida de perfusión intravenosa de 8 mg/kg/h durante las primeras
24 h; sus efectos comienzan a los 30 min de la administración, con desaparición
de las fasciculaciones, la parálisis muscular y las crisis convulsivas,
recuperándose el estado de conciencia. Si la perfusión no es posible, se
administran 30 mg/kg/4 h por vía intravenosa (o intramuscular). Así, en un
paciente de 70 kg, se diluyen aproximadamente 2 g (10 ampollas) en 100 ml de
suero fisiológico, y se perfunden a un ritmo de 1 ml/min (20 gotas/min o 60
ml/h), repitiéndolo cada 4 h durante las primeras 24 h. Es importante recordar
que la administración de PAM requiere una reducción de las necesidades de
atropina, pudiendo poner de manifiesto precozmente la toxicidad atropínica. Si
no se dispone de PAM, puede administrarse obidoxima (Toxogonin®, ampollas de 1 ml con 0,25 g), cuya eficacia es
similar a la anterior. Se administra en dosis inicial de 4 mg/kg, es decir,
0,25 g (una ampolla) aproximadamente para un paciente de 70 kg, por vía
intramuscular o intravenosa lenta. Posteriormente se continúa con 0,5 mg/kg/h o
2 mg/kg/4 h, sin sobrepasar la dosis máxima de 5 mg/kg. A diferencia de la PAM,
este fármaco atraviesa la barrera hematoencefálica.
INTOXICACIÓN AGUDAPOR CARBAMATOS
Son un grupo de insecticidas derivados del ácido
carbámico; el aldicarb es el más potente. Clínicamente origina una estimulación colinérgica menos acusada
y de menor duración que los organofosforados. Penetran pobremente a través de
la barrera hematoencefálica, por lo que, a diferencia de aquellos, tienen
escasa repercusión en el SNC. Esta entidad requiere ingreso hospitalario, que
debe ser en una UCI si el paciente necesita soporte ventilatorio. El tratamiento específico consiste en la administración de
atropina, y en general, se requieren dosis más reducidas y durante menos tiempo
(6–12 h) que en la intoxicación por organofosforados. A pesar de que
anteriormente se consideraba que la administración de oximas no estaba indicada
en esta intoxicación, en la actualidad existe evidencia de que son efectivas y
acortan la duración de los efectos tóxicos, con la excepción de la intoxicación
por carbaryl, en la que las oximas pueden agravar el bloqueo de la
colinesterasa.
INTOXICACIÓN AGUDAPOR INSECTICIDAS
ORGANOCLORADOS
Pertenecen a este grupo el DDT, endrín, lindane,
aldrín, dieldrín y clordano. Se utilizan en agricultura y horticultura, así
como para uso humano en el tratamiento de las pediculosis. Las manifestaciones clínicas se caracterizan por náuseas y vómitos, crisis
convulsivas, hipertermia y coma. Puede originar acidosis metabólica, que
habitualmente se resuelve sin tratamiento, y rabdomiólisis. La dosis letal de DDT
es de 0,4 g/kg. No existe ningún test para confirmar el diagnóstico de esta
intoxicación. Esta entidad requiere ingreso hospitalario, que debe ser en una
UCI si el paciente necesita soporte ventilatorio. El tratamiento es sintomático: El lavado gástrico y la
administración de dosis única de carbón activado no son de utilidad, ya que la
absorción del tóxico es muy rápida. La colestiramina (Resincolestiramina®, sobres de 4 g) en dosis de 4 g/8 h por vía oral
es útil para reducir la absorción de clordano. No deben utilizarse aceites ni
otros catárticos, ni agentes dérmicos limpiadores, ya que incrementan la
absorción del tóxico. El objetivo básico del tratamiento es el control de la
crisis convulsiva, que se realiza con benzodiacepinas (v. cap. 59), aunque pueden requerir barbitúricos y relajantes musculares,
como vecuronio o pancuronio. La atropina debe administrarse con precaución, ya
que los organoclorados inducen una hiperexcitabilidad miocárdica, que puede ser
exacerbada e inducir arritmias graves. Por el mismo motivo, no debe utilizarse
la adrenalina. Las arritmias supraventriculares se tratan con bloqueadores beta,
como propranolol, metoprolol o esmolol
. Bibliografía recomendada
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