2015/05/27

CARCINOMA BASOCELULAR Y EPIDERMOIDE


CARCINOMA BASOCELULAR
_ Pápula de color perla, placa eritematosa mayor de 6 mm
o úlcera que no cicatriza, en áreas expuestas al sol (cara,
tronco, piernas).
_ Antecedente de hemorragia.
_ Persona de tez blanca con un antecedente de exposición
al sol (con frecuencia intensa, intermitente).
BASES PARA EL DIAGNÓSTICO
_ Generalidades
Los carcinomas basocelulares son la modalidad más frecuente de
cáncer. Aparecen en la piel expuesta al sol en personas de tez
blanca normales; son causados por la luz ultravioleta. La presentación
más frecuente es una pápula o un nódulo que puede tener
una escara o erosión central . En ocasiones, los nódulos
tienen granulaciones de pigmento (carcinoma basocelular pigmentado).
En personas caucásicas de edad avanzada, los nevos
intradérmicos sin pigmento en la cara pueden semejar carcinoma
basocelular. Estos últimos crecen con lentitud y adquieren un tamaño
de 1 a 2 cm o un diámetro mayor, con frecuencia después
de años de crecimiento. Tienen un aspecto céreo “aperlado”, con
vasos telangiectásicos que se aprecian con facilidad . La
calidad perlada transparente de estas lesiones es la característica
de mayor importancia para el diagnóstico y puede apreciarse
mejor si se estira la piel. En la espalda y el tórax, los carcinomas
basocelulares se manifiestan como placas escamosas, rojizas, un
poco brillantes.
Los médicos deben examinar la piel de manera sistemática en
busca de tumoraciones, placas y lesiones con escara. Cuando se
examina la cara, han de buscarse en los bordes palpebrales y los
cantos internos, la nariz y los pliegues del ala de la nariz, los labios
y alrededor y atrás de las orejas. Si bien casi nunca generan metástasis,
el tratamiento de los carcinomas basocelulares puede
causar deformaciones estéticas importantes en estas áreas, en
particular en el caso de lesiones recurrentes o las tratadas de
modo inadecuado.
_ Tratamiento
En lesiones que se sospecha son carcinomas basocelulares, es indispensable
obtener una biopsia por afeitado o en sacabocado.
Luego, el tratamiento se dirige a la erradicación con deformación
estética mínima, por lo general mediante ablación y sutura con
tasas de recurrencia de 5% o menores. La técnica de tres ciclos de
raspado y electrodesecación depende de la habilidad del cirujano
y no se recomienda para lesiones en cabeza y cuello. Después de
cuatro a seis semanas de curación, deja una cicatriz amplia, hipopigmentada,
en ocasiones hipertrófica. La radioterapia es eficaz y
a veces apropiada en personas de edad avanzada (más de 65
años), pero es más difícil tratar los tumores que recurren después
de la radioterapia y quizá sean más agresivos. La radioterapia es
el método más costoso para el tratamiento del carcinoma basocelular
y sólo debe utilizarse si no son apropiadas otras opciones
terapéuticas. La cirugía de Mohs (extirpación del tumor seguida
de examen histopatológico inmediato de un corte por congelación
de los márgenes, con nueva extirpación subsiguiente de
áreas positivas a tumor y cierre final del defecto) proporciona los
índices de curación más altos (98%) y redunda en menor pérdida
de tejido. Es el tratamiento indicado de tumores en los párpados
o de lesiones recurrentes, o cuando es necesario respetar tejido
por razones estéticas. Puesto que hasta 50% de los individuos con
un carcinoma basocelular tendrá una segunda lesión, habrá que
vigilar a dichos pacientes para detectar lesiones nuevas o recurrentes.
CARCINOMA EPIDERMOIDE
_ Úlcera que no cicatriza o nódulo verrugoso.
_ Daño de la piel por exposición al sol por tiempo prolongado.
_ Frecuente en receptores de trasplantes de órganos de tez
clara.
BASES PARA EL DIAGNÓSTICO
En general el carcinoma epidermoide es consecuencia de la
exposición prolongada al sol en áreas expuestas en personas de
tez clara que sufren quemaduras solares con facilidad y se broncean
poco. Puede surgir de una queratosis actínica. Estas lesiones
se manifiestan como nódulos rojos pequeños, cónicos, duros que
a veces se ulceran (fig. 6-39). No se conoce con precisión la frecuencia
de metástasis, aunque se dice que es menos probable la
diseminación metastásica en el carcinoma epidermoide que se
origina de queratosis actínicas que en las que surgen como lesiones
nuevas. Se estima, por estudios retrospectivos, que en los
cánceres epidermoides inducidos actínicamente, las tasas de metástasis
son de 3 a 7%. Los carcinomas epidermoides de labios,
cavidad bucal, lengua y genitales se acompañan de tasas mucho
más altas de metástasis y necesitan tratamiento especial.
La exploración de la piel y el tratamiento son casi iguales que
para el carcinoma basocelular. El tratamiento preferido del carcinoma
epidermoide es la extirpación. En algunas lesiones, se
pueden utilizar electrodesecación, así como raspado y radioterapia;
en lesiones de alto riesgo (labios, sienes, orejas, nariz) y para
tumores recurrentes, se recomienda la extirpación de tejido fresco
controlada al microscopio (Mohs). En el carcinoma epidermoide,
la vigilancia debe ser más frecuente y minuciosa que en el
carcinoma basocelular; al principio cada tres meses, con exploración
cuidadosa de ganglios linfáticos. Además, es esencial palpar
los labios para detectar áreas duras o induradas que representan
carcinoma epidermoide temprano. En todos estos casos, debe
obtenerse biopsia. Los carcinomas epidermoides múltiples son2011 147
muy frecuentes en la piel expuesta al sol de pacientes con trasplante
de órganos. El principal factor de riesgo que determina la
aparición de cáncer de la piel después del trasplante es la intensidad
de la inmunodepresión y no el uso de cualquier fármaco inmunosupresor
particular. Los tumores comienzan a aparecer
después de cinco años de inmunodepresión. Se recomienda una
valoración dermatológica periódica en receptores de un trasplante
de órgano con riesgo. La conducta biológica del cáncer de la
piel en receptores de trasplantes de órganos puede ser agresiva y
se requiere un tratamiento cuidadoso. Otras modalidades de inmunodeficiencia,
como la leucemia linfocítica crónica, el VIH o
el sida y la inmunosupresión yatrógena crónica también aumentan
el riesgo de padecer cáncer cutáneo y se acompañan de un
cáncer de piel más agresivo. El voriconazol puede contribuir al
riesgo de cáncer cutáneo en algunos pacientes inmunocomprometidos.

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