Cisticercosis
Exposición a T.
solium por contaminación fecal de alimentos. _ Convulsiones, cefalea y otras manifestaciones de lesión focal en
el sistema nervioso central. _ Las imágenes cerebrales muestran quistes; pruebas serológicas Positivas
Generalidades La cisticercosis se debe a la infección hística con quistes de T.
solium que se desarrollan después que la persona ingiere alimento contaminado
con huevecillos provenientes de heces humanas, por lo que actúa como hospedador
intermediario del parásito. La prevalencia es alta en sitios donde el parásito
es endémico, sobre todo en México, Centroamérica y Sudamérica, Filipinas y el
su reste asiático. Se calcula que 20 millones de personas se infectan con
cisticercos cada año, lo cual deriva en cerca de 400 000 sujetos con síntomas
neurológicos y 50 000 muertes. Se reconocen tasas de prevalencia de anticuerpos
hasta de 10% en algunas áreas endémicas y esta parasitosis es una de las causas
más importantes de convulsiones en los países en desarrollo y en personas de
naciones endémicas que migran a Estados Unidos.
_ Manifestaciones clínicas A.
Signos y síntomas
La
neurocisticercosis puede provocar lesiones intracerebrales, subaracnoideas y
medulares, además de quistes intraventriculares. Puede haber lesiones únicas o
múltiples. En ocasiones, las lesiones persisten por años antes que aparezcan
los síntomas, las más de las veces por inflamación local u obstrucción
ventricular. Los síntomas iniciales incluyen convulsiones, deficiencias neurológicas
focales, alteración cognitiva y alteraciones psiquiátricas.
Las
manifestaciones aparecen con más rapidez en caso de quistes intraventriculares,
con datos de hidrocefalia e irritación meníngea que incluyen cefalea intensa,
vómito, papiledema y pérdida visual. Una modalidad en particular agresiva de la
enfermedad, la cisticercosis racemosa, implica la proliferación de quistes en
la base del cerebro, lo cual genera alteraciones en el estado de conciencia y
muerte. Las lesiones en la médula espinal pueden manifestarse con alteraciones
focales progresivas. Por lo regular, la cisticercosis de otros sistemas
orgánicos se acompaña de un cuadro clínico benigno. La afectación muscular pocas
veces causa molestia y se identifica en radiografías del músculo que muestran
múltiples lesiones calcificadas. La alteración subcutánea se manifiesta por
múltiples lesiones cutáneas palpables e indoloras.
El trastorno ocular puede ocasionar ptosis por
anomalía de los músculos extraoculares o alteraciones intraoculares. B. Datos de laboratorio El análisis del
líquido cefalorraquídeo revela pleocitosis linfocítica o eosinofílica, descenso
de las concentraciones de glucosa y aumento de las proteínas. Las pruebas
serológicas indican exposición previa a T. solium, pero su sensibilidad
y especificidad son limitadas.
C.
Imagenología El diagnóstico de
neurocisticercosis puede ser difícil. En las imágenes cerebrales por CT o MRI
es típico encontrar múltiples quistes parenquimatosos. También es habitual la
calcificación en el parénquima. Algunas veces, los quistes ventriculares son
difíciles de visualizar; la MRI ofrece mejor sensibilidad que la tomografía computarizada.
_ Tratamiento El tratamiento médico de la
neurocisticercosis es motivo de controversia, ya que deben ponderarse los
beneficios de la eliminación del quiste contra el daño potencial de una
reacción inflamatoria a los gusanos muertos. El tratamiento antihelmíntico acelera
la mejoría radiográfica en la cisticercosis parenquimatosa. Sin embargo,
algunos estudios con asignación al azar muestran que los corticoesteroides
solos son tan efectivos como el tratamiento específico más corticoesteroides
para controlar las convulsiones y algunos informes refieren exacerbaciones de
la enfermedad después de la administración de un antihelmíntico.
Al considerar
las lesiones activas, la enfermedad con alto riesgo de progresión, como los
quistes intraventriculares, puede mejorar con el tratamiento. En el otro
extremo del espectro es probable que las lesiones calcificadas inactivas no se
beneficien con las medidas terapéuticas; en general, aún es difícil decidir
cuándo están indicadas éstas. Si parece apropiado administrar un fármaco, la
conducta estándar consiste en suministrar albendazol (10 a 15 mg/kg orales al
día por ocho días) o prazicuantel (50 mg/kg al día orales por 15 a 30 días). Es
probable que el albendazol sea el medicamento preferido, en virtud de que ha
mostrado mejor eficacia en algunas comparaciones y los corticoesteroides
parecen disminuir las concentraciones circulantes de prazicuantel, si bien
incrementan las concentraciones del albendazol.
El aumento de la
dosis de albendazol a 30 mg/kg al día orales mejora los resultados. Casi
siempre se administran corticoesteroides al mismo tiempo, pero la dosis no está
estandarizada. Los pacientes deben mantenerse en observación para identificar
la evidencia de respuestas inflamatorias localizadas. Si es necesario, se
proporciona un anticonvulsivo y se practica derivación del líquido cefalorraquídeo
cuando es preciso, por la elevación de la presión intracraneal. La extirpación
quirúrgica de los quistes puede ser útil en algunos casos difíciles de
neurocisticercosis y en la enfermedad no neurológica sintomática.
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