2015/07/28

EL NATURISMO EN EL MOMENTO ACTUAL DE NUESTRA CULTURA



Sale a la luz esta tercera edición estando el autor nuevamente en España en circunstancias bien distintas de las del año 1940 en que fue publicada la primera edición de esta obra. Estamos en un momento crítico y desconcertante, en que se hallan puestos en revisión todos nuestros valores culturales y morales (ciencia, arte, religión, sociología) y entre ellos, con especial interés, los grandes problemas de la salud. Se ha dicho con razón que el cáncer y los infartos del corazón son las afecciones propias de nuestra civilización. A esto hemos de añadir la frecuencia con que también se producen en la actualidad ciertas enfermedades crónicas como la diabetes, la nefritis, la hepatitis y los trastornos del tubo digestivo. Todos estos males tienen indudablemente causas fisicoquímicas, pero en su fondo hallase una raíz psicológica, producto de las tensiones, pretensiones, y preocupaciones de la vida actual que nos obliga a la lucha, la competición y el trabajo forzado, y, por consiguiente, a la prisa para "no perder tiempo" y que se nos pongan otros por delante. La prisa, como dice nuestro amigo y gran filósofo Pedro Caba, "es indecente". Sí; es indecente porque quita a la vida humana su contenido contemplativo y espiritual, y esto inutiliza nuestros mejores y más íntimos valores del alma. El hombre que tiene prisa, porque le acucia la necesidad de resolver su problema vital inmediato, no tiene tiempo de meditar; y esto es una catástrofe para todo ser humano. La filosofía naturista no solamente trata de darnos una solución a los problemas de la salud y de la enfermedad, sino que ha de procuramos el cauce necesario para las manifestaciones del espíritu que, a la postre, son las genuinamente humanas. Un cuerpo más sano y fuerte que el nuestro (dentro de su especie) lo tiene cualquier animal, porque vive de acuerdo con su ley natural. Los naturistas queremos también vivir con arreglo a las leyes naturales, pero en la práctica nos dejamos arrastrar por la vorágine de la vida culta de nuestros tiempos, y esto nos predispone a fracasar en nuestros propósito. La prisa, la falta de calma, la tensión y la ambición, nos desplazan, sin querer, del ámbito ideal creado por nuestras aspiraciones naturistas. La mayor parte de los naturistas no saben colocar su mente en actitud de calma entre la inquietud de la vida civilizada de nuestras ciudades modernas. Ya es el hecho de adelantar al que va a nuestro lado para tomar el billete del "metro" o subir al autobús; ya sea correr para ganar diez segundos en la cola de certificados de correos; ya sea y esto es peor- adelantar con nuestro automóvil al que va delante para llegar al mismo sitio cinco minutos antes..., etc. Todo este constante pugilato y competición, totalmente inútil, para la ganancia de tiempo, contrasta desdichadamente con los distintos modos de "perder el tiempo" en cafeterías, tertulias, televisión..., etcétera. El resultado de esta actitud constante de "pretensiones" y "deseos", es fatal para el cuerpo y para el alma. Se ha dicho y escrito, con razón, que la filosofía de los pueblos orientales determina un modo de aceptación de la vida que elimina casi totalmente las tensiones emotivas causantes de las citadas enfermedades. Y, por esto, Levis Roland hace notar la muy inferior mortalidad por afecciones del corazón y de los vasos sanguíneos en el Japón y países del extremo Oriente, que en nuestros pueblos occidentales. Bastaría esto para tratar de adoptar un modo de vida más humano (menos pretencioso) si no hubiese que añadir la acción continua de las variadas intoxicaciones y carencias que suponen la contaminación atmosférica y de las aguas, el empleo de abonos fertilizantes y desinfectantes tóxicos; la recolección de los alimentos sin madurar y su conservación en frigoríficos, latas o envases; el uso y abuso del alcohol, el té, el café y el tabaco, sin excluir el de las carnes tóxicas, como la de cerdo, mariscos, crustáceos, etcétera. Todo esto está en el ánimo de todo buen naturista que trata, en la medida de lo posible, de contrarrestarlo con las ventajas de una dieta vegetariana y una higiene de aproximación a los elementos de la Naturaleza (aire, agua, tierra y sol) en su mayor pureza y plenitud. Pero yerra muchas veces también por inadecuación en sus prácticas de higiene natural. Está probado que el exceso en los baños de sol puede reactivar lesiones tuberculosas, provocar hemorragias renales en tuberculosos del riñón, originar cáncer de la piel por quemaduras insistentes y repetidas, causar insolaciones a veces mortales y provocar accidentes congestivos y aun retinitis en personas de temperamento sanguíneo (que en realidad rechazan y no deben tomar los baños de sol). En cambio, el baño de sol bien administrado en personas a quienes no está contraindicado, es fuente de vida, salud y vigor, haciendo bueno el refrán de que "donde entra el sol no entra el médico". Pero observemos que el instinto de los demás seres vivos les induce a buscar la sombra en verano y el sol en invierno. El exceso de baños de agua fría puede también ocasionar depresiones nerviosas y trastornos circulatorios, por reacciones exageradas o asimismo por falta de reacción adecuada. El caso es que el verano con sus excesos de placeres de agua y sol, deja a muchas personas en estado de debilidad (astenia) y colapso de sus defensas vitales. En lo que nunca cabe exceso es en la respiración de aire puro y en los contactos con la tierra. Súmense a estas acciones desproporcionadas del medio natural, los efectos deletéreos de los grandes tóxicos. El tabaco contiene varios tóxicos, entre los cuales destacan la nicotina, que ataca y endurece a las arterias del cerebro y del corazón, siendo causa de la "angina de pecho";  y el alquitrán de la combustión, que produce el cáncer. El doctor José M. Barajas, del Hospital de San Rafael dice que: "más de un 95 por 100 de los casos de cáncer de la laringe se producen en personas que fuman en mayor o menor cuantía". El epitelioma (cáncer de la mucosa) del labio y de la lengua es casi exclusivo de los fumadores. "De un kilo de tabaco rubio se pueden obtener 70 gramos de "alquitrán"; de ahí la gastritis crónica que se presenta en los grandes fumadores, al tragar con la saliva los productos de la torrefacción." (Sería interminable relatar las agresiones del tabaco sobre el organismo humano; consúltese el número de "Noticias Médicas" del domingo 11 de enero de 1970). El "Consejo Ejecutivo de la Organización Mundial de la Salud" llegó a la conclusión de que "el fumar es la primera causa de muerte prematura que puede evitarse, puesto que conduce "al cáncer bronco pulmonar, afecciones coronarias, bronquitis crónicas y otras enfermedades de los pulmones". Del alcohol (consumido en las diferentes bebidas que le contienen) se ha dicho por los médicos cuanto hay que decir. Últimamente los doctores Karl y Hally Sax del "Instituto Crambrook" de Ciencias, de Michigan, han llegado a la conclusión de que "el consumo de alcohol en una cierta proporción, es tan grave como el estar sometido a radiaciones atómicas". El doctor Jellinek agrupa a los alcohólicos en cinco tipos: 1º Grupo alfa: de alcohólicos por razones psicológicas para vencer su timidez o turbación. 2º Grupo beta: de los que presentan ante el alcohol intolerancia gástrica o neuritis. 3º Grupo gamma: de verdaderos alcoholómanos, inmoderados, con tolerancia general de otros órganos y con dependencia psicológica del tóxico. 4º Grupo delta: de los "vino-lentos" que nunca beben con destemplanza pero se hacen esclavos del tóxico; y 5º Tipo épsilon: de los que se embriagan durante días o semanas, volviendo luego a un estado de templanza o abstinencia. Freud consideraba que el alcoholismo constituía un proceso de evasión psicológica para compensar complejos reprimidos. Adler le achacaba concretamente al complejo de inferioridad, y algunos de sus discípulos afirman que las causas del alcoholismo son el perpetuo estado de inseguridad y el sentimiento de insuficiencia social. En otros casos, como afirma Joost Merloo, hay un fondo psicótico maníaco-depresivo. El caso es que el veneno alcohólico llega a hacerse indispensable para el funcionamiento de las células nerviosas, que acaban por degenerar; y de este modo se cae en un círculo vicioso en que la necesidad del tóxico va unida a su acción deletérea. El resultado final es que el alcohol acaba por destruir el tejido cerebral, endurecer las arterias y atacar gravemente a otras células nobles de las glándulas, como el hígado (produciendo "cirrosis"), siendo su última y más grave consecuencia la herencia alcohólica con sus tipos de oligofrénicos (o retrasados mentales), epilépticos e imbéciles, que constituyen la mayor parte de la población de los manicomios. En las anteriores líneas he tratado de pintar un cuadro de los peligros sanitarios de nuestra cultura, para que el naturista de buena cepa sepa qué terreno debe pisar y cómo hacer compatibles las ventajas espirituales de la civilización y la cultura con la necesidad de mantener una salud que proporcione eficiencia, bienestar y alegría para vivir. Sirva esto de prefacio a la tercera edición que conserva íntegro lo esencial de su doctrina, en la certeza de que lo que es verdad, lo es para siempre y no admite modas. Y en materia de medicina creemos verdaderas las bases hipocráticas fraguadas en la observación de una clínica irreprochable.

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