ROLES FAMILIARES Y CICLO FAMILIAR
Los miembros de una familia están ligados por
una serie de lazos que los unen como familia y que conforman una relación
reticular. Los vínculos familiares se entrelazan bajo la influencia de diversos
factores biológicos, psicológicos, sociales, culturales y económicos.
Biológicamente, a través de la familia, la especie se perpetúa, hecho que sólo
puede cumplirse en una organización adecuada de las fuerzas sociales.
Psicológicamente, los miembros de la familia están unidos en interdependencia
mutua para la satisfacción de sus necesidades afectivas respectivas, y ligados
económicamente para la provisión de sus necesidades materiales.20 Los lazos familiares pueden consolidarse o relajarse ante los
eventos críticos que se presentan en la existencia del individuo y que se
manifiestan igualmente en la vida familiar. Desde 1928, Burgess sugirió que la
familia podía ser estudiada como una unidad de personas en interacción,
ocupando cada una de ellas dentro de la familia una posición definida por un
determinado número de roles.4 Los roles
vitales de marido, esposa, madre, padre e hijo, adquieren un significado propio
sólo dentro de una estructura familiar y una cultura específicas. De este modo,
la familia moldea la personalidad de sus integrantes con relación a las
funciones que tienen que cumplir en su seno, y ellos, a su vez, tratan de
conciliar su condicionamiento inicial con las exigencias del rol que se les
imparte.20 La manera en que la familia asigna dentro de
ella los diferentes roles está estrechamente relacionada con su estilo de vida.21 Los roles familiares se refieren a la forma de actuación,
expectativas y normas que un individuo tiene ante una situación familiar
específica en la que están involucradas otras personas u objetos. Es un modelo
extraído de la posición legal, cronológica o sexual de un miembro de la familia,
y describe ciertas conductas esperadas, permitidas y prohibidas de la persona
en ese rol.22 Implica las funciones asumidas o
asignadas, tanto instrumentales como afectivas, que cada uno de los integrantes
de la familia lleva a cabo. Pueden ser múltiples y simultáneas, así como
funcionales y disfuncionales. La multiplicidad de roles atribuidos a cada
miembro de la familia resulta inevitable, y se admite que son funcionales cuando
reúnen las siguientes características: Aceptados: si cada uno se ve a sí mismo como
lo ven los demás y hay acuerdo sobre lo que se espera de él. _ Flexibles: de tal manera
que se puedan llevar a cabo ajustes periódicos ante la presencia de eventos
críticos, sin que se altere la homeostasis familiar. _ Complementarios:
los
roles tradicionales siempre significan pares. No se puede desempeñar el papel
de esposa sin marido ni el de padre sin hijos, etc. Además, deben resultar
satisfactorios e intercambiables en las situaciones en que se requiera. Los
roles disfuncionales resultan ambiguos, matizados de rivalidad y competencia,
rígidos, no complementarios y en ocasiones invertidos; por ello, reflejan
patología, tanto individual como familiar. En el modelo de McMaster23 los roles familiares son definidos como patrones repetitivos de
conducta por medio de los cuales los miembros de la familia cumplen ciertas
funciones Ciclo vital de la familia La tarea de la
familia consiste en producir y preparar nuevos conjuntos de seres humanos para
ser independientes, formar nuevas familias y repetir el proceso, conforme la
vieja familia pierde energía y muere.24 La madurez es
un proceso que permite un desarrollo continuo en busca de un estado de
perfección que nunca termina. Sólo puede definirse por el grado y la calidad de
su presencia en cada una de las etapas por las que atraviesa el ser humano a lo
largo de su vida, que van desde el nacimiento hasta cierto grado de madurez y
la muerte. Así como sucede con el individuo, lo mismo acontece con la familia. En
el curso de su desarrollo la familia pasa por varias etapas de transición
predecibles en las cuales existen diferentes expectativas, necesidades y
fenómenos que pueden afectar la salud de sus miembros. La comprensión de tales
estados de transición familiar, así como de los del ciclo de desarrollo
individual, permite al médico elaborar hipótesis acerca de los problemas que
surgen en sus pacientes y estar en condiciones de ayudar a las familias a
prever cada una de las situaciones y prepararse para ellas. El ciclo vital
familiar es un concepto ordenador para entender la evolución secuencial de las
familias y las crisis transicionales que atraviesan en función del crecimiento
y desarrollo de sus miembros.25 El estudio de
las etapas del desarrollo familiar permite el análisis genérico de la historia
natural de una familia desde que se forma hasta su disolución, y constituye,
según Estrada Inda,26 un útil
instrumento de organización y sistematización invaluable para el pensamiento
clínico. Su principal valor radica en la identificación de las tareas
específicas que debe desempeñar la familia en cada una de sus fases, de manera
que, si en alguna de ellas no se completan dichas tareas, pueden surgir
problemas de funcionamiento con efectos en las etapas subsiguientes.27 Reuben Hill y Evelyn Duvall observaron que cada miembro de las
generaciones joven, media y mayor en la familia tiene sus propias tareas
evolutivas cuyo logro depende del éxito de las tareas de los demás y contribuye
al mismo.25 Las tareas para el desarrollo son las
actividades que deben efectuar los integrantes de la familia antes de pasar a
la siguiente etapa de su ciclo vital. El cumplimiento oportuno de estas
acciones los lleva a una vida sana y funcional, en tanto que su incumplimiento
resulta ser fuente de constantes conflictos y tensiones. En 1957, Duvall
clasificó el ciclo vital de la familia en ocho etapas, relacionadas con
entradas y salidas de miembros de la familia y con eventos nodales de la
crianza. La familia comienza con la unión de una pareja, en muchos casos por
medio del matrimonio, y tras un cierto periodo de tiempo, dependiendo del
número de hijos, su crecimiento se reduce de nuevo a la pareja inicial, con la
cual se cierra el ciclo. En esto estriba el concepto de “familia conyugal”, ya
que la pareja no sólo es el núcleo central del grupo, sino también,
prescindiendo del divorcio, su única parte permanente que determina la duración
del ciclo de vida familiar, aunque otras situaciones igualmente la pueden
modificar, como la edad en que la pareja se une, el número de hijos y la
secuencia de nacimientos.3 Como es
natural, no todas las familias pasan de modo secuencial por el ciclo completo.
Un hijo puede permanecer en el hogar tras alcanzar la edad adulta y puede
quedarse en él hasta que fallecen los padres. Cuando las personas divorciadas
con hijos vuelven a casarse, pasan al mismo tiempo por varias etapas.28 El ciclo vital de la familia es una evolución en el curso de la
cual la familia se contrae a medida que el medio social con el que cada uno de
sus miembros está en contacto se va extendiendo.4
Este
ciclo se ha distribuido para su estudio en cuatro etapas, conformadas, a su
vez, por varias fases que explican el desarrollo del grupo familiar.29 La etapa constitutiva de la familia se inicia desde el momento en
que la pareja decide adquirir el compromiso de vivir juntos, aunque no
necesariamente independientes ni separados de sus respectivas familias de
origen. Termina con el nacimiento del primer hijo. La fase preliminar, en la cual se
sientan las bases de lo que será la vida futura en pareja, es el noviazgo, que,
definido como “el encuentro histórico de dos biografías que convergen”,30 resulta fundamental para comprender muchos de los fenómenos que
suceden en las fases siguientes. La elección de pareja no es un hecho al azar,
ya que generalmente se da a través de una selección voluntaria, influida en
cierto modo por el enamoramiento, por esa compulsión neurótica, como la llama
Freud, que por sus características en muchas ocasiones deja de lado la capacidad
de juzgar acertadamente con quién vivir en armonía por el resto de la existencia.
No obstante, la mayoría de las parejas se adaptan a su situación marital, aunque
no a todas les resulta completamente satisfactoria o estable. La libertad para
elegir con quién vivir está basada, pues, en el amor, pero “el gran amor nace
de un gran conocimiento del objeto amado”, dice Leonardo da Vinci. Por eso es
que, mientras más coincidan los intereses y antecedentes de ambos, más probabilidad
hay de que la vida en pareja sea duradera. Medalie31 señala que las parejas que se tratan durante dos o más años se
divorcian o separan con menos frecuencia que las que se unen después de un
breve periodo de noviazgo. Cuando menos existen tres factores que influyen en
el proceso de elección de pareja.6 _ Residencia en
una determinada comunidad. _ Pertenencia a determinada clase social. _ Involucramiento
en un determinado círculo social. Sánchez Azcona32
señala
que, además, la pareja debe cubrir los siguientes requisitos para poder
constituirse como tal: haber alcanzado un grado de madurez física, psicológica
y social; reconocer creencias afines; contar con antecedentes educativos y
culturales semejantes; tener expectativas económicas similares, así como
actitudes parecidas con respecto a la vida sexual. No obstante lo anterior, existen
múltiples razones por las que muchas parejas deciden casarse o vivir juntas: atracción
sexual o sentimental, deseo de independizarse de sus familias de origen; anhelo
por procrear hijos; temor a la soledad y a la soltería; necesidad de reafirmar
su identidad sexual; embarazo inesperado, mismo que conlleva, entre otras, la
desventaja de ya no disponer del tiempo suficiente para adaptarse a vivir en
pareja por la llegada prematura de los hijos. Independientemente de los motivos
de su unión, una de las tareas que enfrenta la nueva pareja es la negociación de
su relación con la familia de origen del cónyuge, la cual, a su vez, debe
adaptarse a la separación de uno de sus miembros o a la inclusión de un
integrante más, si es que éste se incorpora a la familia, situación que
implicaría la asimilación del nuevo subsistema conyugal en el marco del
funcionamiento de la familia de origen. Por eso se dice que, en las más
tradicionales sociedades, el matrimonio es algo más que la unión de dos
personas, entraña relaciones entre grupos completos de gente.10 Afirma Octavio Paz que la estabilidad de la familia reposa en el
matrimonio, que se convierte en una mera proyección de la sociedad, sin otro
objeto que la recreación de esa misma sociedad.
Uno de los principios ideales del funcionamiento familiar depende de que
cada uno de los cónyuges esté bien diferenciado y que haya desarrollado
suficientemente su independencia emocional antes de separarse de su familia
para formar su propio hogar. En la fase de recién casados, la pareja debe
lograr mayor estabilidad personal, una unión matrimonial mutuamente
satisfactoria y una paulatina independencia y separación emocional de sus
respectivos padres, a fin de lograr un territorio libre de la influencia de
ellos, sin que esto implique romper con los lazos afectivos que los unen. “El
matrimonio, señala Haley, no es meramente la unión de dos personas, sino la
conjunción de dos familias que ejercen su influencia y crean una compleja red
de subsistemas”. Con relación a esta fase del ciclo vital de la familia, la
pareja debe llevar a cabo el establecimiento de las siguientes actividades
básicas que señala Duvall (referido por Medalie):31
_ Un hogar. _ Sistema de
ingreso y distribución de dinero. _ Sistema de patrones de responsabilidad. _ Relaciones
sexuales mutuamente satisfactorias. _ Sistema funcional de comunicación. _ Relaciones
funcionales con ambas familias de origen. _ Interacción con amigos, asociaciones, grupos,
etc. _
Concepto
filosófico de la vida como pareja. _ Sistema de planificación familiar. _ Educación y
superación ininterrumpida de ambos Conforme los cónyuges efectúan la
negociación de reglas y llevan a cabo su progresivo ajuste sexual, resulta
sumamente importante la práctica de la regulación de la natalidad, así como la
evaluación de los intereses y valores de su pareja. La omisión de estas tareas
puede ocasionar sentimientos de culpa, embarazos no deseados, conflictos
sexuales y propagación de infecciones sexuales transmisibles. .. .en una sociedad en la que se comparte sistemáticamente el trabajo entre
hombre y mujer... un soltero es en realidad sólo medio ser humano C. Levi–Strauss En la etapa procreativa se inicia la expansión del grupo
familiar, ya sea por embarazo o por la adopción de los hijos, e incluye la
crianza y desarrollo de éstos durante sus primeros años. Corresponde al periodo
en que los hijos son económica, afectiva y jurídicamente dependientes de sus
padres. Al inicio de esta etapa la pareja debe adaptarse al proceso del
embarazo. Posteriormente, con el nacimiento del primer hijo, deben efectuar
otra serie de ajustes para modificar sus roles exclusivamente maritales y así
enfrentar los requerimientos propios de la paternidad, lo cual puede generar
serias dificultades, sobre todo cuando el hijo no satisface las expectativas de
uno o ambos padres. Esta fase conlleva peligros potenciales ante una serie de
adversidades como la dificultad del subsistema parental para crearle un
ambiente psicológico adecuado a la familia en crecimiento, o para organizar a
los niños de diferentes edades y a la familia como grupo. Pueden surgir problemas en el manejo de los
aspectos de cercanía y distancia, tanto en el subsistema conyugal como entre el
paterno–filial, así como conflictos para la resolución de triangulaciones en
los que se involucra a alguno de los hijos ante las dificultades no resueltas
de la pareja.1 Por ello, es necesaria la
existencia de límites claros que permitan al niño el acercamiento a sus padres
y lo excluyan de las funciones psicológicas propias de los esposos.30 Por otro lado, además de una clara, directa y sencilla
comunicación de sentimientos, actitudes y demandas, la relación paterno–filial
requiere la disposición de los padres para estimular en el niño el desarrollo
de una adecuada disciplina, evitando castigos frecuentes e incongruencia en la
forma de educar, ya que tales actitudes generan agresividad, pobre autoestima,
confusión y comportamientos hostiles y manipuladores de los hijos. Así como los
cónyuges adoptaron el rol de padres en esta fase, es importante el reajuste de
las relaciones que deben efectuar con sus familias de origen para incluir el
rol de los demás parientes, sobre todo el de los abuelos. En esta etapa ocurre
la fase consolidación de la familia y comienza la apertura hacia el
exterior. Dice Savater34 que, a
diferencia de los demás seres vivos, que nacen ya siendo lo que definitivamente
son, el hombre llega a serlo por medio del aprendizaje, el cual se da, en
primera instancia, dentro de la familia a través de la “socialización primaria”.
Después, la escuela, los grupos de amigos, el lugar de trabajo, etc., llevarán a
cabo la socialización secundaria, en cuyo proceso el niño adquirirá conocimientos
y competencias de alcance más especializado. Esta fase inicia con la separación
incipiente del primero de los hijos, que se da a través del proceso de socialización
secundaria al ingresar a la escuela, y termina al finalizar su adolescencia, época
en la que los hijos suelen dejar el grupo doméstico y dar inicio así a la etapa
de dispersión. En este momento de la vida familiar resulta fundamental la
adquisición de conocimientos que los padres deben tener sobre las
características del crecimiento y el desarrollo de sus hijos, así como acerca
de la alimentación, higiene, inmunizaciones, etc. Por otro lado, los lapsos
largos en la fase de expansión familiar, originados por razones culturales que
propician matrimonios tempranos y familias con muchos hijos, pueden provocar
patrones de morbimortalidad materna importantes, ya que aumenta la exposición a
los riesgos del embarazo, de la multiparidad y de los embarazos tempranos y
tardíos. De estas situaciones surge la necesidad de implementar y llevar a cabo
programas de control prenatal y planificación familiar que incidan sobre los
hechos mencionados, además de actividades tendientes a prevenir enfermedades y
a mantener el bienestar biopsicosocial de todos los miembros de la familia
mediante el uso adecuado y oportuno de los servicios de salud. Dispersión
Una
de las principales tareas de los padres en las etapas anteriores ha sido la de facilitar
la autonomía de sus hijos, ayudándoles a convertirse en seres productivos para
su propio grupo social. En la familia con hijos en edad escolar es de
trascendental importancia abordar aspectos como el ingreso de los niños a la
escuela; el incremento y facilitación de la socialización; la estimulación de
la responsabilidad y los logros escolares; orientación sobre sexualidad,
drogadicción y alcoholismo, entre otros. Al llegar a la adolescencia, los
padres deben confrontar la difícil tarea de aceptar la diferenciación de roles
de los hijos mayores, así como su paulatina separación del hogar, lo cual
ocurre en esta etapa. El desprendimiento de los hijos
comienza con la salida definitiva del hogar del primero de los hijos, lo cual
puede ocurrir cuando aún la familia no termina de cursar la etapa procreativa. Durante
este tiempo, los límites familiares deben ser más flexibles para permitir al
adolescente moverse dentro y fuera del sistema familiar. Esta etapa termina con
la salida del último de los hijos, momento en que la pareja debe ser capaz de
ajustarse al final del periodo parental, mientras que sus hijos, ahora adultos,
dan lugar a la formación de nuevas familias. Los momentos más proclives para el surgimiento de
patología en un grupo familiar son los de entrada o salida de miembros al
sistema. J. Haley La familia incorpora nuevos miembros sólo
por medio del nacimiento, adopción o matrimonio, y es dejada por ellos de modo
definitivo sólo a través de la muerte o la separación radical de los esposos. Etapa familiar final Ante la salida
de los hijos, resulta de vital importancia para la pareja aprender a ser
independientes nuevamente y a renegociar sus funciones dentro del subsistema conyugal,
recurriendo el uno al otro para sobreponerse al síndrome del nido vacío y a
otros eventos críticos propios de esta etapa. Sin embargo, si previamente las
funciones parentales superaron o nulificaron a las maritales por la excesiva atención
centrada en los hijos, la ausencia de éstos puede ocasionar crisis individuales
o de pareja importantes. Estas crisis también pueden conducirlos al
fortalecimiento de su unión si logran resolverlas favorablemente, o llevarlos a
una separación mayor o a una intolerable relación, si se percatan de que ahora
ya nada tienen en común. En esta etapa adquiere gran relevancia estimular e
incrementar la convivencia y la comunicación entre la pareja por medio de la
práctica de actividades conjuntas, así como mantener vigentes los vínculos
familiares con las ge neraciones más jóvenes y más viejas. Igual importancia
tiene la promoción de cambios en los estilos de vida que prevengan o retarden
la aparición de enfermedades crónicas y degenerativas. Esta etapa comprende dos
fases: _
Independencia:
inicia
cuando la pareja queda nuevamente sola. En esta fase debe llevarse a cabo el
ajuste final del rol de proveedor por jubilación o retiro del jefe de familia. _ Disolución: la pareja debe
enfrentar diversas situaciones como el desarrollo de nuevas relaciones con los
hijos, nietos y demás miembros de la familia residual; la pérdida de sus
habilidades; la dependencia de otros y el fallecimiento de amigos y familiares.
La vejez, parafraseando a Santiago Ramón y Cajal, es un proceso crónico,
necesariamente mortal, que todos debiéramos evitar y que, sin embargo, todos
deseamos. Es una etapa en el ciclo de vida del ser humano en la que al viejo
hay que llamarlo viejo, como al niño lo llamamos niño en su niñez y tal como
amorosamente le dicen al padre en muchos lugares: “mi querido viejo”. Viejo es
como ellos mismos prefieren ser llamados en vez de ancianos, abuelos y de todos
esos epítetos que se acuñan y que frecuentemente resultan confusos, como adulto
mayor, gente grande, tercera edad, adulto en plenitud, vejentud, etc. Términos
que surgen, quizás, como muestra del miedo a las palabras o de la vergüenza que
para muchos implica llegar a viejo. Carlos Fuentes, en su obra La frontera de
cristal, dice: “La ‘pena’ como sinónimo de ‘vergüenza’ es una
particularidad del habla mexicana, igual que decir ‘mayor’ en vez de ‘viejos’
para no ofender a éstos En general, la enfermedad del viejo trasciende más
profundamente en el núcleo familiar que cuando se presenta en otros grupos de
edad. Las características de mayor fragilidad, el mayor riesgo de presentar
enfermedades crónicas no susceptibles de curación y de secuelas invalidantes,
ponen en peligro al individuo ante la amenaza de dependencia y muerte. El grado
de dependencia física, mental o ambas, será determinante en el funcionamiento
familiar por las nuevas obligaciones, a veces de manera permanente, que deben
enfrentar las personas que rodean al viejo.36 El buen
funcionamiento de la pareja en esta etapa debe ser mantenido de acuerdo a su
declinación fisiológica mediante la exploración de nuevas opciones en los roles
familiares y sociales. La limitación física, la aparición de enfermedades cró nicas
o las propias de la edad, además de otros eventos críticos como el síndrome del
nido vacío, la jubilación o la muerte, son situaciones que deben ser
oportunamente abordadas por el equipo de salud, ya que por su trascendencia en
la familia requieren de una adecuada programación de actividades para la óptima
atención integral al paciente en su vejez. La planeación para el final de la
vida familiar resulta tan difícil como planear el principio; por ello, los
conflictos encontrados en esta etapa son habitualmente exacerbados por la
escasa preparación y capacidad para ajustarse a un nuevo patrón familiar, así
como a la dificultad para aceptar la pérdida del cónyuge y hacer frente a la
soledad y a la inseguridad en esta última etapa de la vida.11,37 Este lapso de la familia anciana termina con el fallecimiento de
uno de los cónyuges, en tanto que en su viudez el restante se enfrenta entonces
a diferentes alternativas, como el continuar viviendo solo, casarse nuevamente,
mudarse al hogar de alguno de sus hijos o recluirse en un asilo hasta el final
de sus días, cerrándose así el ciclo vital de su familia, cuando el reemplazo
ya está dado por las nuevas familias formadas. En las últimas décadas, el ciclo
vital de la familia ha ido sufriendo ciertas modificaciones que se caracterizan
por el alargamiento de la esperanza de vida, la jubilación cada vez más
temprana, la disminución de la natalidad y la demora en la incorporación de la
población juvenil a la vida adulta.38 En cada uno de
los diferentes periodos del desarrollo, la familia necesita adaptarse y
reestructurarse constantemente. Existen familias con etapas mixtas, es decir,
con características de dos o más fases, como en las reconstruidas o en las que
uno de los hijos continúa viviendo indefinidamente dentro del grupo doméstico;
en tanto que en el sistema de familias extensas el ciclo es de expansión y
contracción, sin un comienzo ni un final definidos,37 ya que los hijos pasan a la adolescencia mientras más hermanos van
naciendo, luego los adolescentes se vuelven adultos y los padres se convierten en
abuelos, y así sucesivamente. La misma enfermedad diagnosticada en diferentes
etapas del ciclo de vida familiar tiene diferentes implicaciones en lo que
respecta a su prevención, atención y tratamiento, tanto de los aspectos físicos
como de los psicológicos y sociales. Por ello, el conocimiento y manejo
adecuado del paciente y su familia en cada una de sus etapas del desarrollo
permite al equipo de salud prever fenómenos y actuar en forma integral en las
diferentes situaciones y momentos que afecten la salud del grupo familiar.
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