2015/09/01

TRASTORNOS DE LA RETINA RELACIONADOS CON ENFERMEDADES SISTÉMICAS

TRASTORNOS DE LA RETINA RELACIONADOS CON ENFERMEDADES SISTÉMICAS
 Retinopatía diabética Bases para el Diagnostico
Se presenta en casi 40% de los diabéticos diagnosticados. _ Se observa hasta en 20% de los individuos con diabetes tipo 2 al momento del diagnóstico. _ Anomalías retinianas leves sin pérdida visual en casos de retinopatía de fondo. _ Edema macular, exudados o isquemia en casos de maculopatía. _ Aparición de nuevos vasos en la retinopatía proliferativa  
Generalidades
En Estados Unidos, la retinopatía diabética tiene una frecuencia de 40% en los pacientes con diabetes diagnosticada. Constituye la causa principal de ceguera de nueva aparición en los adultos de 20 a 65 años; el número de individuos afectados de 65 años y más se ha incrementado especialmente. La prevalencia y gravedad de la retinopatía aumenta con la duración y la regulación deficiente de la diabetes. En la diabetes tipo 1 no se detecta retinopatía al menos durante tres años después del diagnóstico. En la diabetes tipo 2 se observa retinopatía hasta en 20% de los sujetos al momento del diagnóstico y puede ser la característica de presentación. En términos generales, se clasifica en no proliferativa, que comprende la retinopatía subyacente y maculopatía, o proliferativa. La maculopatía y la retinopatía proliferativa pueden coexistir, en particular en casos de enfermedad grave.
_ Manifestaciones clínicas
 La retinopatía no proliferativa se manifiesta en la forma de dilatación venosa, microaneurismas, hemorragias y edema de la retina, y exudados duros. En la retinopatía subyacente las anomalías son leves y no causan alteración de la agudeza visual.
 La retinopatía prepoliferativa se caracteriza por anormalidades vasculares acentuadas y hemorragias retinianas.
La maculopatía se presenta con edema, exudados o isquemia que afectan a la mácula (fig. 7-5). Para la valoración es necesaria la exploración estereoscópica de la retina y en ocasiones la obtención de imágenes de ella con tomografía de coherencia óptica (OCT, optical coherence tomography) y en ocasiones con angiografía con fluoresceína.
La agudeza visual es un indicio inadecuado de la presencia de maculopatía susceptible de tratamiento, por lo que es necesaria la vigilancia oftalmoscópica regular. La maculopatía es la causa más común de ceguera legal por diabetes tipo 2.
 La retinopatía proliferativa se caracteriza por neovascularización que surge de la papila o de las arcadas vasculares mayores. Una secuela común es la hemorragia del vítreo. La proliferación de vasos sanguíneos hacia el vítreo, con su componente fibroso adjunto, puede conducir al desprendimiento retiniano por tracción. Si no se trata, el pronóstico visual en la retinopatía proliferativa casi siempre es peor que en la retinopatía no proliferativa. _
 Detección
 Los adultos y adolescentes diabéticos se deben someter cada año a un examen de detección por medio de fotografía del fondo de ojo, de preferencia después de dilatar la pupila (midriasis) o con lámpara de hendidura después de dilatar la pupila. (La oftalmoscopia directa no siempre permite identificar la retinopatía diabética, en especial cuando las pupilas no se dilatan. La fotografía del fondo de ojo sin midriasis, quizá con detección centralizada por medio de telemedicina, puede aumentar el índice de participación.) Las mujeres embarazadas y las que planean embarazarse necesitan una vigilancia más frecuente. Poco después del diagnóstico hay que empezar la detección de sujetos con diabetes mellitus tipo 2.
_ erif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Tratamiento
El tratamiento incluye optimizar la concentración de glucosa sérica, presión arterial, función renal y concentración sérica de lípidos, aunque es probable que tales medidas sean más importantes para evitar el desarrollo de retinopatía que para modificar su evolución subsiguiente. El edema macular y los exudados (pero no la isquemia) pueden responder a la fotocoagulación con láser, inyección de corticoesteroides o inhibidor de VEGF intravítreo o vitrectomía.
La retinopatía proliferativa
se trata por lo regular con fotocoagulación panretiniana con láser, de preferencia antes de que ocurra hemorragia vítrea o desprendimiento de retina por tracción. También puede lograrse regresión de la neovascularización con inyección intravítrea de inhibidor de VEGF. Un método para decidir si debe realizarse una fotocoagulación panretiniana con láser para una retinopatía preproliferativa consiste en evaluar el grado de isquemia retiniana por medio de una angiografía con fluoresceína. La vitrectomía es necesaria para eliminar una hemorragia vítrea persistente, mejorar la visión y permitir la fotocoagulación panretiniana con láser para la neovascularización retiniana subyacente, para el tratamiento del desprendimiento de retina por tracción que abarca la mácula y para el tratamiento de la enfermedad proliferativa de rápida progresión. La retinopatía diabética proliferativa, en especial después del tratamiento satisfactorio con láser, no constituye contraindicación para el tratamiento con trombolíticos, ácido acetilsalicílico o warfarina, a menos que se produjera una hemorragia vítrea o preretiniana reciente.
 Retinocoroidopatía hipertensiva
La hipertensión sistémica afecta la circulación de la retina y la coroides. Las manifestaciones clínicas varían según sean el grado y la rapidez de la elevación de la presión arterial y el estado subyacente de la circulación ocular. La enfermedad más manifiesta ocurre en pacientes jóvenes con elevaciones súbitas de la presión arterial, como las observadas en el feocromocitoma, hipertensión maligna o preeclampsia-eclampsia. La hipertensión crónica acelera el desarrollo de ateroesclerosis.
Las arteriolas retinianas se tornan más tortuosas y estrechas y desarrollan reflejos anormales a la luz (“alambre de plata” y “alambre de cobre”). Hay mayor compresión venosa en los cruzamientos arteriovenosos de la retina (“muesca arteriovenosa”), un factor importante que predispone a las oclusiones de ramas de la vena retiniana. Ocurren hemorragias en flama en la capa de fibras neurales de la retina. Las elevaciones agudas de la presión arterial originan pérdida de la autorregulación en la circulación de la retina que conducen a alteraciones de la integridad endotelial y oclusión de arteriolas precapilares y capilares.
 Tales alteraciones anatomopatológicas se manifiestan por manchas algodonosas, hemorragias retinianas, edema de la retina y secreciones retinianas, con frecuencia de aspecto estelar en la mácula. En la coroides, la vasoconstricción y la isquemia originan desprendimientos serosos de la retina e infartos de su epitelio pigmentado; estos infartos evolucionan más adelante a lesiones pigmentadas que pueden ser focales, lineales o cuneiformes. Las anomalías en la circulación coroidea también pueden afectar la cabeza del nervio óptico y causar neuropatía óptica isquémica con edema de la papila.
 El término retinopatía hipertensiva maligna se utilizaba para describir el conjunto de signos clínicos resultado de la combinación de anomalías en la circulación de la retina, coroides y papila. Cuando ocurre esta enfermedad grave, es probable que se presente daño permanente de la retina, coroides o nervio óptico. La reducción súbita de la presión arterial puede exacerbar el deterioro.

          

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