BASES PARA EL DIAGNÓSTICO
Sensación de movimiento en ausencia del mismo o una sensación exagerada de éste en respuesta a un movimiento corporal determinado. _ La duración de los episodios aislados de vértigo es fundamental para el diagnóstico. _ Es indispensable distinguir entre las causas centrales y las periféricas de disfunción vestibular. _ Periférica: inicio súbito, a menudo asociado a acúfenos e hipoacusia; puede observarse nistagmo horizontal. _ Central: inicio gradual, no relacionado con síntomas auditivos. _ La valoración incluye audiograma y electronistagmografía (ENG) o videonistagmografía (VNG).
Manifestaciones clínicas
A. Signos y síntomas
El vértigo es el síntoma cardinal
de una enfermedad vestibular. Es una sensación de movimiento cuando éste no
existe o una sensación exagerada en respuesta a un movimiento corporal
determinado. El vértigo suele experimentarse como una sensación inequívoca de
“rotación” y puede manifestarse también como la percepción de caída hacia
adelante o hacia atrás. Debe diferenciarse de la pérdida del equilibrio, del
mareo y del síncope, los cuales no son de origen vestibular. El vértigo que se
deriva de una vestibulopatía periférica suele iniciarse en forma súbita, pero puede
ser tan intenso que el paciente no sea capaz de caminar o ponerse de pie, y con
frecuencia se acompaña de náusea y vómito. Puede asociarse a acúfenos e
hipoacusia, lo que apoya con firmeza un origen periférico (es decir, ótico). La
anamnesis exhaustiva a menudo facilita el diagnóstico diferencial o confirma el
diagnóstico. Los elementos fundamentales de ésta incluyen la duración de los episodios
vertiginosos aislados (segundos, minutos, horas o días) y los síntomas
asociados. Deben buscarse los factores desencadenantes, incluida la alimentación
(p. ej., sal abundante en el caso de la enfermedad de Ménière), estrés, fatiga
y luces brillantes (p. ej., vértigo por migraña). La exploración física del
paciente con vértigo incluye la valoración de oídos, respuesta motora ocular a
la rotación de la cabeza y búsqueda de nistagmo, exploración de pares craneales
y prueba de Romberg. En las lesiones periféricas agudas, el nistagmo suele ser
horizontal con un componente rotatorio; la fase rápida por lo general se aleja
del lado enfermo. La fijación visual tiende a inhibir el nistagmo excepto en
lesiones periféricas muy agudas o en enfermedades del sistema nervioso central.
La prueba de Dix-Hallpike (colocar al paciente con rapidez en decúbito dorsal
con la cabeza en extensión sobre el borde de una mesa de exploración y 30° por
debajo del cuerpo, girada hacia la derecha o la izquierda) desencadena un nistagmo
de inicio tardío (~10 s) con fatiga en casos de vértigo posicional benigno. El
nistagmo no fatigable en esta posición indica un trastorno central como causa del
mareo. Debido a que la fijación visual a menudo suprime el nistagmo, muchas de
estas maniobras se realizan con lentes protectoras de Frenzel, que impiden la
fijación visual y a menudo permiten detectar formas leves de nistagmo. La
prueba de Fukuda, que consiste en hacer caminar al paciente con los ojos
cerrados, puede demostrar asimetría vestibular. A diferencia de las formas
periféricas de vértigo, el mareo que se origina por lesiones centrales tiende a
aparecer en forma gradual y luego progresa hasta volverse más intenso y
debilitante. No siempre hay nistagmo, pero puede ocurrir en cualquier dirección
y disociarse en los dos ojos. El nistagmo relacionado por lo común es no
fatigable, de orientación vertical más que horizontal, sin latencia y no se
suprime con la fijación visual. Es útil la electronistagmografía (ENG) para
comprobar estas características. En la valoración de disfunción audiovestibular
central con frecuencia son necesarias imágenes del cerebro con resonancia magnética
(MRI). En individuos con diplopía por oftalmoplejía externa puede surgir
vértigo episódico y llegar al máximo cuando el enfermo ve en la dirección en
que es mayor la separación de imágenes. Las lesiones cerebrales que abarcan la
corteza temporal también pueden producir vértigo, que en ocasiones es el
síntoma inicial de una convulsión. Por último, el vértigo puede ser una
característica de varios trastornos sistémicos y aparecer como efecto
secundario de ciertos anticonvulsivos, antibióticos, hipnóticos, analgésicos y
fármacos tranquilizantes o del alcohol.
B. Datos de laboratorio En caso de vértigo persistente o
cuando se sospecha una enfermedad del sistema nervioso central, están indicados
estudios de laboratorio, como valoración audiológica, estimulación calórica, electronistagmografía
(ENG), videonistagmografía (VNG) y MRI. Los potenciales evocados miógenos
vestibulares (VEMP) forman parte cada vez más a menudo de la valoración
diagnóstica. Estos estudios permiten distinguir entre lesiones centrales y periféricas
e identifican causas que necesitan tratamiento específico. La
electronistagmografía consiste en el registro objetivo del nistagmo inducido
por movimientos de la cabeza y el cuerpo, la mirada y estimulación calórica.
Ayuda a cuantificar el grado de hipotensión vestibular y permite distinguir
entre lesiones periféricas y centrales. Las sillas giratorias impulsadas por
computadora y las plataformas de posturografía constituyen otras modalidades diagnósticas
en centros especializados.
Síndromes de vértigo
causados por lesiones periféricas A. Hidropesía endolinfática (síndrome de Ménière) No se conoce la causa del síndrome
de Ménière. La distensión del compartimiento endolinfático del oído interno es
un hallazgo patológico y se cree que forma parte de la patogenia de este
trastorno. En la mayor parte de los casos no puede establecerse el origen
preciso de la hidropesía, pero dos causas conocidas son la sífilis y los
traumatismos craneoencefálicos. El síndrome clásico consiste en vértigo
episódico con periodos de vértigo aislados que duran de 20 min a varias horas
acompañados de hipoacusia neurosensorial fluctuante de baja frecuencia,
acúfenos (por lo general de tipo “soplante” y de tono bajo) y una sensación de
presión auditiva. Estos síntomas en ausencia de fluctuaciones de la audición sugieren
vértigo por migraña. Los síntomas se incrementan y disminuyen conforme lo hace
la presión en el conducto endolinfático. Las pruebas calóricas por lo general
revelan ausencia o reducción del nistagmo inducido por medios térmicos en el
lado afectado. El tratamiento primario incluye régimen alimentario con bajo
contenido de sal y la administración de diuréticos (p. ej., acetazolamida). En
casos resistentes al tratamiento, los pacientes pueden ser sometidos a la
administración de inyecciones intratimpánicas de corticoesteroides, la
descompresión del saco endolinfático o la ablación vestibular ya sea mediante
la aplicación de gentamicina a través del tímpano, la sección del nervio
vestibular o la laberintectomía quirúrgica
B. Laberintitis Los individuos con laberintitis sufren el inicio agudo de vértigo continuo,
que suele ser muy intenso y durar de varios días a una semana, acompañado de
hipoacusia y acúfenos. Durante un periodo de recuperación que dure varias
semanas, el vértigo mejora en forma gradual. La audición puede restablecerse a
lo normal o continuar con deterioro permanente en el oído afectado. Se desconoce
la causa de la laberintitis. Si el paciente tiene fiebre o síntomas de
infección bacteriana, el tratamiento consiste en la administración de
antibióticos y medidas de sostén. Los fármacos supresores vestibulares son de
utilidad durante la fase aguda del cuadro (p. ej., diazepam o meclizina), pero
deben interrumpirse lo antes posible para evitar el desequilibrio a largo plazo
por compensación inadecuada. C. Vértigo posicional paroxístico benigno Los pacientes que sufren episodios
recurrentes de vértigo, con duración de varios minutos cada uno y asociados a
cambios de la posición de la cabeza (a menudo desencadenados por girar en la
cama), casi siempre tienen vértigo posicional paroxístico benigno (BPPV, bening
paroxysmal positioning vertigo). El término “vértigo posicional” es más
preciso que “vértigo postural” porque el trastorno se origina por los cambios
de la posición de la cabeza más que por la conservación de una postura en
particular. Los síntomas típicos de vértigo posicional aparecen en episodios que
persisten por varios días. Existe un periodo de latencia breve (10 a 15 s)
después del movimiento de la cabeza antes de la aparición de los síntomas, y el
vértigo agudo cede en 10 a 60 s, aunque puede persistir el desequilibrio por
varias horas. La repetición constante del cambio de posición conduce a
habituación. Algunos trastornos del sistema nervioso central pueden simular BPPV
(p. ej., insuficiencia vertebrobasilar), pero los casos recurrentes son
indicación para realizar estudios de resonancia magnética de la cabeza. En
lesiones centrales no existe un periodo de latencia, fatigabilidad o
habituación a los signos y síntomas. El tratamiento de BPPV incluye protocolos
de fisioterapia (p. ej., maniobra de Epley o ejercicios de Brandt-Daroff) con
base en la teoría de que el vértigo posicional periférico es consecuencia de otoconias
que flotan libremente en los conductos semicirculares
D. Neuronitis vestibular En la neuronitis vestibular surge un ataque de vértigo
paroxístico, por lo general uno solo, sin deterioro relacionado de la función auditiva
y puede persistir varios días a semanas antes de desaparecer en forma gradual.
Durante la fase aguda, la exploración física revela nistagmo y ausencia de las
respuestas a los estímulos calóricos en uno o ambos lados. La causa de este
trastorno se desconoce pero se sospecha que es viral. El tratamiento comprende algunas
medidas complementarias, como diazepam o meclizina sólo durante la fase aguda
del vértigo, seguidas de terapia vestibular cuando el paciente no logra
compensar por completo
E. Vértigo traumático
La causa más frecuente de vértigo consecutivo a una lesión de la cabeza
es la concusión del laberinto. Los síntomas suelen disminuir en el transcurso
de varios días, pero en ocasiones persisten por un mes o más. Las fracturas de
la base del cráneo que atraviesan el oído interno por lo general ocasionan
vértigo grave que dura de varios días a una semana y sordera en el oído
afectado. El vértigo postraumático crónico puede deberse a cupulolitiasis. Ésta
ocurre cuando se asientan estatoconias (otoconias) desprendidas por un
traumatismo en la ampolla del conducto semicircular posterior y causan un grado
excesivo de deflexión cupular en respuesta al movimiento de la cabeza. En
términos clínicos, esto se manifiesta como un vértigo posicional episódico. El
tratamiento consiste en medidas de apoyo y medicamentos supresores del vestíbulo
(diazepam o meclizina) durante la fase aguda del cuadro, así como la terapia
vestibular.
F. Fístula perilinfática El escape de líquido perilinfático del oído interno a la cavidad timpánica
a través de la ventana redonda u oval suele considerarse una causa de vértigo e
hipoacusia sensorial, pero en realidad es muy raro. Casi todos los casos se
originan por una lesión física (p. ej., contusión de la cabeza, golpe del oído
con la mano); barotrauma extremo durante un viaje en avión, buceo, etc.; o una maniobra
de Valsalva vigorosa (p. ej., durante el levantamiento de pesas). En ocasiones
el tratamiento exige la exploración del oído medio y el sellado de la ventana
con un injerto hístico; sin embargo, si no hay un antecedente claro de un
acontecimiento traumático precipitante, rara vez está indicado. G. Vértigo cervical Los receptores de posición
localizados en las carillas articulares de la columna vertebral cervical tienen
importancia fisiológica en la coordinación de los movimientos de la cabeza y
los ojos. La disfunción propioceptiva cervical es una causa frecuente de
vértigo desencadenado por movimientos del cuello. Esta alteración suele
comenzar después de una lesión del cuello, en particular por hiperextensión.
También se asocia a una enfermedad degenerativa de la columna cervical. Aunque
los síntomas varían, el vértigo puede desencadenarse cuando se adopta una
posición particular de la cabeza y no cuando se cambia a una nueva posición de
la misma (esto último es típico de disfunción del laberinto). El tratamiento consiste
en ejercicios de movimiento del cuello hasta donde lo permiten las
consideraciones ortopédicas. H. Vértigo migrañoso El vértigo episódico se acompaña con frecuencia de un tipo de cefalea
migrañosa. Muy a menudo, el vértigo se relaciona en forma temporal con la
cefalea y dura hasta varias horas. Algunos pacientes experimentan un patrón de
vértigo posicional. En ocasiones, éste ocurre en forma independiente de la
cefalea. Puede tener un comportamiento idéntico a la enfermedad de Ménière, pero
sin la hipoacusia o acúfenos asociados. La importancia de identificar esta
asociación es que la farmacoterapia contra la migraña a menudo alivia los
síntomas vestibulares; otros tratamientos incluyen modificación del régimen
alimentario y tratamiento profiláctico para la migraña. I. Dehiscencia del conducto
semicircular superior La
deficiencia del recubrimiento óseo del conducto semicircular superior puede
acompañarse de vértigo desencadenado por exposición a ruido intenso e
hipoacusia de conducción evidente. El diagnóstico se establece con tomografía
computarizada (CT) coronal de alta resolución y potencial miógeno vestibular
evocado (VEMP). El sellado quirúrgico del canal dehiscente puede mejorar los
síntomas. Chi FL et al. Variety of audiologic manifestations in
patients with superior semicircular canal dehiscence. Otol Neurotol. 2010
Jan;31(1):2–10. [PMID: 20050265] Phillips DJ et al. Diagnosis and outcomes of
middle cranial fossa repair for patients with superior semicircular canal
dehiscence syndrome. J
Clin Neurosci. 2010 Mar;17(3):339–41. [PMID: 20074960] _
Síndromes vertiginosos por lesiones centrales Las causas de vértigo dependientes
del sistema nervioso central incluyen una enfermedad vascular del tallo
encefálico, malformaciones arteriovenosas, tumor del tallo encefálico y el
cerebelo, esclerosis múltiple y migraña vertebrobasilar. El vértigo de origen central
con frecuencia se torna irreversible e incapacitante. El nistagmo asociado no
suele ser fatigable, es de orientación vertical en lugar de horizontal, sin
latencia y no se elimina con la fijación visual. La electronistagmografía
permite comprobar estas características. A menudo aparecen otros signos de
disfunción del tallo encefálico (p. ej., parálisis de nervios craneales, los
déficit motores, sensoriales o cerebelosos en las extremidades) o aumento de la
presión intracraneal. No suele afectarse la función auditiva. Debe tratarse la
causa subyacente.
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