PENFIGO
Grupos
recurrentes de ampollas.
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_ Con frecuencia precedida por
ampollas, erosiones y ulceraciones
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mucosas.
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_ En ocasiones, hay
desprendimiento superficial de la
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piel
después de una presión o traumatismo (signo de
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Nikolsky).
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_ Acantólisis en la biopsia.
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_ Los estudios de
inmunofluorescencia confirman el padecimiento.
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BASES PARA EL DIAGNÓSTICO
_ Generalidades
El pénfigo es una
enfermedad vesicante intradérmica poco frecuente
que ocurre en la piel y las
mucosas. Es causado por autoanticuerpos
contra moléculas de
adherencia que se expresan en
la piel y las mucosas. Se
desconoce la causa y antes de la creación
de los antibióticos y los
esteroides, este padecimiento era letal en
el transcurso de cinco
años. Las ampollas aparecen de forma espontánea
y son sensibles y dolorosas
cuando se rompen. Se ha
publicado pénfigo inducido
por fármacos, entre los cuales se incluyen
penicilamina, captoprilo y
otros. Hay varias modalidades
de pénfigo: pénfigo vulgar y su
variante, pénfigo vegetante, y el
pénfigo foliáceo con vesicación más superficial y su variante,
pénfigo eritematoso. Todas las presentaciones pueden ocurrir a
cualquier edad, pero más a
menudo en la madurez. La forma
vulgar se inicia en la boca
en más de 50% de los casos. La modalidad
foliácea tiende a
acompañarse de otras enfermedades autoinmunitarias
o puede ser inducida por
fármacos. El pénfigo paraneoplásico,
una presentación extraña
del trastorno, se relaciona
con numerosos tipos de
neoplasias benignas y malignas, pero
más a menudo con linfoma no
Hodgkin.
_ Manifestaciones clínicas
A. Signos y síntomas
El pénfigo se caracteriza
por el inicio gradual de ampollas flácidas
en grupos u oleadas (fig.
6-34). En el pénfigo vulgar, las lesiones
suelen aparecer primero en
la mucosa bucal y tornarse erosivas en
poco tiempo. Otro sitio de
afección temprana es el cuero cabelludo.
El frotamiento con una
torunda de algodón o con el dedo en
la superficie de la piel no
afectada puede separar con facilidad la
epidermis (signo de Nikolsky).
B. Datos de laboratorio
El diagnóstico se establece
con microscopia de luz y de inmunofluorescencia
directa e indirecta (IIF, indirect immunofluorescence).
Los autoanticuerpos contra
moléculas de adhesión intracelular
pueden detectarse con una
prueba de enzimoinmunoanálisis de
adsorción y ha sustituido
el uso de inmunofluorescencia indirecta
en algunos centros
hospitalarios.
_ Diagnóstico diferencial
Entre las enfermedades
vesicantes están eritema multiforme,
exantemas farmacoinducidos,
impétigo ampolloso, dermatitis
por contacto, dermatitis
herpetiforme y pénfigo ampolloso, pero
en estas enfermedades no
son típicas las vesículas flácidas y no se
observa acantólisis en la
biopsia. Todos estos trastornos poseen
características clínicas y
resultados diferentes en las pruebas de
inmunofluorescencia que las
distinguen del pénfigo.
El pénfigo paraneoplásico
es distinto desde los puntos de vista
clínico, histológico e
inmunitario de otras modalidades de la enfermedad.
Se observan erosiones
bucales y placas eritematosas
que simulan eritema
multiforme. Las tasas de supervivencia son
bajas por la afección
maligna de base.
_ Complicaciones
Con frecuencia surge una
infección secundaria; ésta es una causa
importante de morbilidad y
mortalidad. Las úlceras bucales dolorosas
ocasionan alteraciones de
líquidos y electrólitos y del consumo
nutricional.
_ Tratamiento
A. Medidas generales
Cuando la enfermedad es
grave, es indispensable hospitalizar a
los pacientes, que guarden
reposo en cama y reciban antibióticos
y alimentación intravenosa
según esté indicado. La administración
de trociscos de anestésicos
antes de la alimentación alivia las
lesiones bucales dolorosas.
B. Medidas sistémicas
Con gran frecuencia, el
pénfigo requiere tratamiento sistémico lo
antes posible. Sin embargo,
la principal morbilidad en esta enfermedad
se debe a los efectos
adversos de dicho tratamiento. Se
inicia con
corticoesteroides sistémicos: 60 a 80 mg de prednisona
todos los días. Con
excepción de los casos más leves, en todos los
demás se añade desde el
inicio un fármaco que ahorre esteroides,
ya que la evolución de la
enfermedad es prolongada y los medicamentos
que evitan la
administración de esteroides requieren varias
semanas para iniciar su
actividad. Se prescriben con mayor
frecuencia azatioprina (100
a 200 mg diarios) o mofetilo de micofenolato
(1 a 1.5 g cada 12 h); al
parecer este último es más seguro
y se recomienda en casi
todos los casos. Se puede proporcionar
rituximab en casos
resistentes para disminuir la cantidad de producción
de autoanticuerpos. Si no
surte efecto, es en extremo
beneficiosa la
inmunoglobulina intravenosa, 2 g/kg durante tres
días con rituximab, y ésta
ha sustituido como tratamiento de
rescate a los
corticoesteroides en dosis altas más ciclofosfamida y
a los corticoesteroides en
pulsos intravenosos. Con estas dosis se
incrementa el riesgo de
tromboembolia vinculado con el tratamiento
con inmunoglobulina
intravenosa.
C. Medidas locales
En los individuos con
enfermedad limitada, deben tratarse las
lesiones de la piel y las
mucosas con corticoesteroides tópicos. Las
complicaciones infecciosas
requieren antibioticoterapia sistémica
y local apropiadas.
_ Pronóstico
La evolución tiende a ser
crónica en la mayor parte de los casos,
aunque alrededor de 33%
parece presentar una remisión. La
causa más frecuente de
muerte es la infección, por lo general debida
a septicemia por S. aureus.
PENFIGOIDE AMPOLLOSO
Muchos otros trastornos de
la piel se caracterizan por la formación
de ampollas o vesículas e
incluyen penfigoide ampolloso,
penfigoide cicatrizal,
dermatitis herpetiforme y penfigoide gestacional.
El penfigoide ampolloso es
una enfermedad pruriginosa hasta
cierto punto benigna que se
caracteriza por vesículas tensas en
áreas de flexión, que
suelen remitir en cinco a seis años, con una
evolución caracterizada por
exacerbaciones y remisiones. La mayoría
de las personas afectadas
tiene más de 60 años de edad (por
lo general, 70 a 80 años) y
los varones se afectan con el doble de
frecuencia que las mujeres.
La aparición de vesículas puede ir
precedida durante meses por
lesiones urticariales o edematosas.
En casi 33% de las personas
afectadas, hay lesiones bucales. La
enfermedad puede
manifestarse de varias formas, por ejemplo,
localizada, vesicular,
vegetante, eritematosa, eritrodérmica y nodular.
El diagnóstico se establece
mediante biopsia y estudio de inmunofluorescencia
directa. La microscopia de
luz muestra una
vesícula subepidérmica. En
la inmunofluorescencia directa se
observan IgG y C3 en la
unión dermoepidérmica. Si el enfermo
tiene una afección leve, en
ocasiones son suficientes los corticoesteroides
ultrapotentes. Con
frecuencia se suministra prednisona
en dosis de 0.75 mg/kg/día
para el control rápido de una
enfermedad más diseminada.
Aunque la tetraciclina o la eritromicina,
500 mg cada 8 h, tienen una
acción más lenta, solas o
combinadas con nicotinamida
(¡ni ácido nicotínico ni niacina!)
(hasta 1.5 g/día), si se
toleran, a menudo controlan la enfermedad
en pacientes que no pueden
recibir corticoesteroides o permiten
la disminución o la
supresión de estos últimos una vez que se
obtiene el control. La
dapsona es en particular eficaz en el penfigoide
de mucosas. Si estos
medicamentos no surten efecto, puede
recurrirse a metotrexato, 5
a 25 mg cada semana, o azatioprina,
50 mg una a tres veces al
día, como fármacos para ahorro de esteroides.
En casos resistentes, puede
proporcionarse mofetilo de
micofenolato
(1 g dos veces al día).
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